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SERRADILLA DEL LLANO: Hasta aquí llegaba por los años treinta la carretera....

Hasta aquí llegaba por los años treinta la carretera. Naturalmente sin asfaltar y con el firme de tierra y piedra machacada. Años más tarde, por los sesenta, se continuó hasta el río con idéntico firme. Quizá fuera un de las últimas actuaciones de los Picapedreros, oficio de larga tradición social y literaria. ¿Quién no recuerda aquello del cuento: “Pico, pico, a ver si me pongo rico”?
Ante esta foto acuden a mi memoria tres recuerdos de este mismo lugar, entonces desprovisto de casas a ambos lados, y algún tanto elevado respecto al firme de la carretera.

El primero, los rimeros de troncos de roble, ya labrados para traviesas de ferrocarril, procedentes de la corta llevada a cabo por el Estado en la dehesa de Valdeherreros. Fue tan arrasadora la corta que, prácticamente, desapareció durante años el robledal que allí existía. De nuestro pueblo salieron camiones y camiones de traviesas para los ferrocarriles.

El segundo, el recuerdo de dos agraciados mozalbetes con aires de señoritos de ciudad, pie a tierra sobre sendas bicicletas. (Eran las primeras bicicletas que yo veía). Se trataba de los hijos del anterior secretario Camilo Carreño Moro, muerto trágicamente años antes. Venían de Salamanca a visitar, decían, a sus tíos y primos del pueblo. Hoy pienso que más bien habían sido enviados por su madre, Agustina de Anta, maestra que había sido en el pueblo hasta la muerte de su marido, para indirectamente dar a entender que les iba bien y dar un poco de envidia a sus parientes de aquí.
Ambos tuvieron suerte desigual en la vida. El mayor, Pepe, casó a poco con una tal Hortensia, de algún pueblo de la sierra
Entró como funcionario en el Instituto de la Salud, en Salamanca trasladándose luego a Zamora con un nombramiento de Jefatura

Su otro hermano, creo que Luis de nombre, debió heredar el carácter irascible y prepotente de su madre, lo que ocasionó su desgracia. Días antes de 18 de Julio del año 36, su madre tuvo una violenta discusión con el párroco del pueblo donde ejercía de maestra, cercano a Salamanca. Al parecer se empeñaba en colocar su reclinatorio en lugar de la iglesia en el que el párroco no permitía que se colocara ninguno. Llegó a casa “echando chispas” y diciendo pestes del cura. Su hijo Luis, encendido en ira, salió disparado hacia la iglesia y encarándose con el sacerdote, que aún no se había retirado a su domicilio, le arreó un par de sonoras bofetadas, delante de algunas personas con las que estaba con versando. ¡Escándalo mayúsculo, en el pequeño pueblecito! La noticia corrió por la comarca y naturalmente por Salamanca, dada la cercanía.

Triunfante el “Movimiento” en Salamanca pocos días después, y desatadas las represalias en la capital y provincia a poco, Luis fue encarcelado y fusilado.

La tercera imagen es la de un autocar repleto de gentes de Madrid. Se trataba de Legionarios del Doctor Albiñana, desterrado en las Jurdes No sé si venían implemente a visitarlo o quizá a acompañarlo en su retorno a Madrid, una vez levantado el destierro por la presión de los Colegios de Médicos Europeos, especialmente los franceses.
Pero dejaré para mejor ocasión algunas curiosas noticias de este paradójico y curioso personaje.