En la
Catedral Vieja.
De los tres
ábsides escalonados que conformaban la cabecera
románica de la Catedral Vieja de
Salamanca, el septentrional está prácticamente perdido desde la construcción de la Catedral Nueva.
El
ábside central tiene una factura muy clásica y elegante, con
columnas entregas que articulan verticalmente el hemiciclo, tres
ventanales de tipo
portada, una imposta a la altura de los alféizares y
canecillos en la cornisa. Todas las molduras son ajedrezadas. Encima hay gárgolas y una balaustrada añadidas durante el periodo tardogótico.
Los
capiteles de los ventanales románicos inciden en elementos del bestiario
románico: grifos,
dragones, una
cabra y también mascarones humanos barbados con grandes cuernos.
La
Torre del Gallo es uno de los cimborrios más bellos del románico peninsular. Se levanta a partir de los
arcos torales, presenta cuatro pechinas triangulares y esféricas, a partir de aquí se encuentra el anillo de sustentación que finaliza en una cornisa.
La decoración exterior de forma escamada es muy curiosa y difícil de rastrear en la
Historia del
Arte, aunque existe una decoración parecida en
iglesias de Turquía o en
las torres de
Santa María La Grande de Potter (influencia mucho más probable que la turca), si tenemos en cuenta que la repoblación de la ciudad se hizo con gente proveniente de
Francia.
Existen dos versiones en cuanto a la procedencia del nombre del cimborrio; unos piensan que se llama torre del gallo por el gallo de la
veleta y otros por la disposición del
tejado que representa las escamas de un gallo.