A GAUDENCIO LÓPEZ TERRADILLOS. Cuando nos dejaste definitivamente en la forma en que lo has hecho, en silencio, diciéndonos adios con un susurro, yo estoy seguro que lo ha sido en la forma en que tú siempre consideraste la más honesta, perdonando todo y a todos, sin hacer ruido, olvidándote de posibles desagravios que sin duda habrás sufrido a lo largo de tu vida. Te fuiste con los labios sellados, en la paz de quien se va con la satisfacción del deber cumplido. Tu libro de Poesías y Sonetos cuya portada encabeza este recuerdo, refleja fielmente todo lo que tú sentías, siempre con afecto, por las gentes de tu pueblo. Para tí, todos éramos buenos. Poveda perdió uno de sus valores más importantes: tu hombría de bien. Seguramente te despediste diciéndonos adios con ese gesto acorde con tu forma íntima de ser y de entender la vida que dejaste, es decir, de puntillas, con el deseo de pasar desapercibido una vez más en la definitiva singladura hacia la otra. Todo en tí ha sido austeridad, bonhomía, recato, sentido del sacrificio en aras del bienestar de los demás sin esperar nada a cambio. Los que te hemos conocido, bien sabemos que todas esas virtudes han sido el norte de tu vida sin que por tu parte concedieras importancia alguna a lo largo de ella. En mi poder conservo con todo cariño la carta manuscrita que me dirigiste el día 9 de mayo de 1982 con motivo del feliz acontecimiento del que yo fuí objeto, al cual tuviste la gentileza de acompañarme en tu doble condición de Juez de Paz y amigo. No sabes cuanto te lo agradecí. Descansa en paz, Gaude, amigo. Un fuerte abrazo.
... (ver texto completo)