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LAGUNILLA: LA FUENTE ENCANTADA 1ªENTREGA...

LA FUENTE ENCANTADA 1ªENTREGA

Recién llegados al Cerro, al punto de comer, esperaban ya en la puerta para ayudarnos con los bártulos. En buen día soleado, con poca hambre cumplimos; no hubo otra desgana, las croquetas y la ensalada sobraron, era más bien sueño. No durmió nadie. Un digestivo paseo dimos todos, hubo excursión a su huerto por bajar los kilos sobrados. Y, mientras pisábamos el camino, mi hermano iba contando y contando al detalle lo que sabía de esa fuente que nos contó un día nuestro amigo Guniber. No estaba muy seguro de dónde se hallaba, hasta que le comenté lo que yo sabía por nuestro forero; que debía encontrarse en las cercanías de la finca de “El Francés”. Ahí dimos en el clavo y empezó a revelar con desánimo su pésima situación. Yo tendría que andar por los prados húmedos, saltando vallas y cruzando cercas con mi renca salud. No me importa hermano –afirmé- yendo los dos a mi paso, donde haya que ir… iré. Sonrió aprobando.

Ya llegados al huerto, ladró su perro Calcetín, abrió y se vino hacia mí husmeando los pies y la ropa; identificando nuestro familiar parentesco (supongo). Nos fuimos primero al apartado de las gallinas por mirarle la producción de huevos. Isidro los vende a dos con cincuenta la docena. Los pone en los estuchados cartones mezclando los blancos con los morenos, sin tener en cuenta tamaños ni colores. Dos gallos presumidos se mueven entre las ponedoras con aires de… un Rodolfo Valentino, quizás. En tanto que las presumidas emplumadas nos entorpecían el paso dando picotadas sobre nuestro tropezado andar. Excrementos y hojas de berzas sobre el raso daban un mal estar tedioso que llegaba a sofocar el ánimo de nuestra curiosidad. Algo más grato fue pisar entre los surcos y revisar los sembrados cardos, lechugas; calabazas morcilleras, fresas y… había allí de tanto verde y enarboladas cerezas como ciruelas por todo el huerto que, llegué a pensar, no les faltaba nada.

Una piscina, de la que se enorgullecía de contarnos su arte e ingenio cuando la construyó, hacía presencia grata en un rincón. Y el césped tan verde que la circundaba despertaba el interés de verla en verano y darse el gusto de extrenarla.

Bien venidos a una nueva aventura.

Mis saludos: Pedro G. G.