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ALDEASECA DE LA FRONTERA: AQUELLAS OTRAS PERSONAS...

AQUELLAS OTRAS PERSONAS

(CONTINUACIÓN 3ª)

-Gracias, José Emilio, por enviarnos y facilitarnos las direcciones que servirán de gran ayuda donde poder recuperar mensajes del antiguo foro.

-Resaltaba Jesús Gómez en una de sus últimas intervenciones, la dificultad que entraña para los que pasamos alguna temporada en el pueblo y no disponemos de Internet, tener una continuidad, más o menos deseable en las intervenciones del foro, si no es a través de la generosidad de algún familiar o el desplazamiento a Peñaranda buscando para ello, el momento más adecuado y propicio en la Fundación o en el CITA, con el angustioso y agobiante turno de espera y el corto tiempo de uso concedido. Por lo que una vez asentado en mi domicilio habitual, continúo con la serie de AQUELLAS OTRAS PERSONAS que de forma indirecta y sin pretenderlo, han influido confortablemente en la memoria, dejando un sabor y regusto románticos, sentimentales y soñadores de sensaciones placenteras en el paladar de los recuerdos de aquellos momentos infantiles y quizá juveniles, que su eventual, circunstancial y temporal presencia suscitaba, alterando, con curiosa y deseada novedad la monotonía diaria como complemento festivo de esparcimiento y de distracción a sus quehaceres diarios, a la vez que, unos surtían necesidades y carencias caseras o satisfacían caprichos o antojos y otros, con sus proverbiales humor y gracias o destrezas y habilidades saltarinas y danzarinas, alegraban la convivencia, no faltando, - ¡desgraciadamente!-, quien sufrió vejaciones y humillaciones por bromas crueles que afectaron sus sentimientos físicos y psíquicos, como dije al inicio de este escrito.

-He mencionado al principio a CASTAÑUELAS, SR. REYES, SR. SIMÓN “ EL SASTRE”, SR. AGUALIMPIA “EL HERRADOR”, así como a los TRILLEROS DE CANTALEJO, y a continuación me referiré a OTRAS PERSONAS, como:

-LOS CARBONEROS-LOS BOTIJEROS- VENDEDORES DE PERAS Y MELOCOTONES:-

-A excepción de los carboneros que transportaban su negra y polvorienta mercancía en carros tirados por mulas o burros, e incluso por bueyes, los botijeros y vendedores de fruta,- peras y melocotones-, su medio de transporte era el sufrido, taciturno, sumiso e indolente burro, donde a su lomo transportaban sus productos de venta.

-Aseguraban e informaban, con pavoneante y ostentosa sabiduría los más avispados y enterados del lugar por aquel entonces, a los ignorantes y extrañados chiquillos, desconocedores de otras geografías ajenas a los límites comarcales, aseguraban, como digo, que procedían de lejanas y mágicas serranas tierras.

-Los carboneros, hombres fuertes y recios, curtidos por la experiencia, que no se amedrentaban ni arredraban ante la adversidades climatológicas, -épocas de frío y nieve próximas a las Navidades-, ni las fatigosas y largas distancias que recorrían procedentes de la sierra salmantina, en particular de EL CABACO, ofrecían a la necesidad de los vecinos, anunciando con cantarina y enérgica voz,- ¡CARBÓN DE ENCINA Y CISCO DE ROBLE!, amén de su peculiar y característica carbonera mercancía, castañas y nueces. El trueque era el sistema normalmente utilizado para la adquisición mutua de productos o de” venta “de productos: Saca de carbón por saca de algarrobas o cebada, y quien no disponía de dichas leguminosas y gramíneas, adquiría el carbón, castañas o nueces comprándolos por celemines.

-Durante los días que empleaban para la venta de su mercancía, acampaban con su carros en el “juego chico”, buscando la protección, amparo y abrigo de su pared y trinquete, a la vez que, a modo de dormitorio, pasaban la noche debajo de sus carros, vigilantes y protectores de sus valiosos tesoros.

-Pero la picaresca, argucia y astucia de los más atrevidos,- situación relatada y comentada este verano como suceso curioso con algún protagonista al efecto -, provocaban momentos de indudable perjuicio a los intereses de los vendedores, ya que áquellos, con una navaja u objeto punzante, rasgaban por la parte trasera del carro, mientras el señor delante del vehículo y ajeno a tal desaguisado, los sacos que contenían las tentadoras y deseadas nueces y castañas, derramándose por el suelo y que a la arrebatiña era recogido el producto de su pillaje y saqueo. Avisado el vendedor por algún cívico y honrado ciudadano o alarmado por el golpear de nueces y castañas en el suelo, se producían, ante la tardía reacción del señor, las infructuosas carreras en persecución de los ladrones y saqueadores entre desagarrados gritos y rabiosos y estériles improperios, juramentos y maldiciones, fruto de la impotencia a la ausencia de castigo y sanción, reprochándose su imprudente descuido y lamentando su vana e infructuosa persecución.

-Hay una característica muy relevante, para mí, en el carbonero, que aún me asombra, toda vez que he hallado una explicación a su extraña situación: Producto de su oficio, todo su cuerpo, cubierto de una capa de negro polvo, era de una proverbial negrura, resaltando y descollando entre tanta negritud, una blanquísima dentadura, que en aquellos tiempos no era consecuencia de una cuidada higiene bucal. Al correr el tiempo, observé en carboneros que suministraban carbón a las comunidades de vecinos, esa misma peculiaridad, e interesado en saber si existía algún motivo que causara tal cosa, me informan que el polvo del carbón, entre otras propiedades, protegía la dentadura haciendo el efecto de dentífrico, quedando como tal pagado y saciada mi curiosidad. No sé si para ello existe base científica para creerlo.

-Botijeros y vendedores de frutas recorrían las calles del pueblo, marcando el ritmo el paso del cansino, meditabundo y pausado burro. ¡EL BOTIJERO CANTARERO!, pregonaban los botijeros, casi todos procedentes de Cantalapiedra.

-El vendedor de peras y melocotones aireaba y difundía, para general conocimiento, su aromático, carnoso, gustoso y jugoso género de manera bella, hermosa y poética, con argentada, timbrada y sonora voz, que hacía más atrayente, seductora y fascinante su venta, cubriendo con un manto de calidad añadido a su naturaleza que atrapaba los sentidos y que decía:

PERAS DE DON GUINDO
NIÑA TE TRAIGO
COMO SON DE DON GUINDO
NO TE HARÁN DAÑO.

Saludos.

¡PAZ Y BIEN!

Paco García Sánchez.- Desde Valladolid (Tiempo agradable actualmente, sin el excesivo calor pasado)