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VALDECAÑAS DE CERRATO: LOS FORAMONTANOS...

LOS FORAMONTANOS

La palabra "foramontanos" se deriva de las latinas "foras monte" = fuera de la montaña. Hacia el año 814, Los Anales castellanos dan la noticia: "Exierunt foras montani de Malacoria et venerunt ad Castella". Perez de Urbel comenta el texto diciendo que: "es una emigración en masa de gentes de las estribaciones orientales de los Picos de Europa, donde estan las Mazcuerras, hacia Bricia, Campoo, Saldaña. Bajan de Cabuérniga y Cabezón por la Braña del Portillo hasta el nacimiento del Ebro; pasan cerca de Reinosa y al penetrar en la llanura se convierten en "foramontanos".

La repoblación Norte-Sur, fue salir de los montes hacia las tierras castellanas. Esta salida y emigración para algunos como Ibn Idhari, fue forzada por un hambre generalizado; para otros, fue la audacia, la aventura o la ambición.

Dice Jusué: "El término foramontano, responde a un concepto de geografía humana y alcanza a los habitantes de estirpe astur, cántabra y vasca que ocupaban las comarcas situadas al sur de nuestra Cordillera Cantábrica".

La Ruta de los Foramontanos que nos ocupa pasaba por Cabuérniga y los Sejos, llegaba a Campoo, atravesando el Puerto de la Palombera y cruzando el río Camesa. Continuaba por Brañosera, por el puente romano de Nestar, el Pisuerga hasta adentrarse en Tierra de Campos y el Cerrato.

Para estas gentes de tan distintas procedencias y culturas, la parte de las llanuras cerrateñas, aparece como una tierra de promisión, soleada y rica de pan llevar, donde aquellos hombre -mitad guerreros, mitad trabajadores-, poniéndose en marcha a toque de bígaro, arreaban las vacas tudancas y avanzaban, azada al hombro y espada al cinto hasta llegar a su destino... quizá las riberas de los ríos y arroyos cerrateños y valdecañeses, más concretamente.

Se desplazaban de norte a sur lentamente, cultivando tierras y defendiéndolas tras las fronteras naturales de rios como Arlanzón, Arlanza y Pisuerga, viviendo a la sombra de los castillos que reforzaban aquellas mismas rayas fronterizas. Aquí experimentan la dureza de la vida y la pobreza de aquellos tiempos.

El foramontano, que había salido del valle angosto y húmedo, se asentaba en la meseta o el páramo; en ese momento comenzaba un valiente. Luchaba con una mano y con la otra cultivaba su campo y alzaba su casa. Estos hombres se movían impulsados por un instinto de libertad, amparados por el Fuero. Era la exigencia de su libertad, lo que se podría llamar "democracia" castellana, que tiene su expresión en el "concejo abierto y a campana tañida", en el pórtico de las iglesias. Nacieron los jueces que se encargarán de resolver por el sistema de "albedrío" los espinosos asuntos comunes.

Obispos y clérigos, abades y gasalianes, libres y siervos comenzaron a ocupar, a deforestar, a labrar la tierra inculta y a llenarla de pueblos con nombres de raíces cántabras, vasconas, mozárabes y visigodas.

Dirá el juglar: "Harto era castilla pequeño rincón cuando Amaya era cabeza y Fitero mojón". Empiezan a ser cultivadas las ricas tierras cerealistas en el límite de los tres antiguos pueblos, Vacceos, Turmogos y Cántabros, por el que cruzará la calzada romana que a partir de aquellas fechas se inscribirá en la historia como "camino de foramontanos".

Diego, hijo del conde Rodrigo, continuará el avance hacia el sur repoblando Villadiego y el Cerrato palentino, en el año 881.

Como ya hemos indicado, en la repoblación son límites de referencia y seguridad los ríos, el Pisuerga, en el occidente, y de norte a sur, Arlanzón, Arlanza y Duero. Junto a ellos se van levantando castillos y fortalezas, tales como Monzón y Dueñas junto al Pisuerga. Junto al Arlanzón, Castrojeriz. A orillas del Arlanza, Carazo, Lara. Junto al Duero, Roa, Peñafiel, entre otros muchos incluido el de Valdecañas, Palenzuela o el de Hornillos. Dirá Peréz de Urgel que "no se da un paso sin levantar un castillo". Alguien añadirá que las tierras cerrateñas, junto al Arlanza y el Arlanzón fueron "el granero que mató el hambre secular de los foramontanos".

En la etapa que va del 850 al 911, y coincidiendo con los grandes condes de Castilla, estos aprovechan las nuevas oleadas que salen de sus refugios "intramontanos" para extender la frontera y la repoblación hasta el Duero.

Como se ha podido deducir en muchos casos los apellidos que pueblan los municipios cerrateños y Valdecañas es uno de ellos, son de origen "foramontano", osease de procedencia cántabra, vascongada o más concretamente de la Vardulia.

Esto es, a grandes rasgos, el fenómeno de la histórica repoblación castellana llevada a cabo por unos protagonistas llamados "foramontanos", con los que nos ha llegado su influencia montañesa reflejada en nombres y apellidos.