Vuestras frases, vuestros recuerdos, me hacen evocar aquellos tiempos, en los que salía del trabajo, despues de una dura jornada, pensaba en todas las cosas que habeis expuesto, y con ansia, trataba de recortar el tiempo que debía transcurrir, hasta encontrarme inmerso en el olor a hierba, a trigo maduro, a monte cubierto de roble, encinas, pinos etc., ver la parva, el trillo de los familiares que compartían conmigo esos momentos me hacía sentirme inmensamente feliz, ver por las noches claras las luciérnagas, incluso ver cómo los lobos pasaban el río de parte a parte, por un tronco de madera por el que había pasado yo de día, ese recuerdo para mí será imborrable.
Tú Charo, tienes junto a tí a los hijos que lo ven contigo, me refiero a las fotografías, en mi caso, percibo que les gusta la montaña, que se emocionan con un animal y lo admiran, pero si intentas comentarles algo, decides callar porque el estres al que les somete la vida de trabajo, es muy alto, y lo primero deseas su descanso.
Siempre dices, ¡en otro momento lo haremos!, pero nunca llega porque en estas grandes ciudades ya he comentado que se suele vivir a ritmo muy frenético y por eso envidiamos, sánamente, a los que podeis disfrutar de semejantes lugares.
Por eso, cuando llegas por algún tiempo a algun sitio así parece que te falta sitio donde poder meterlo para llevártelo.
Me gustaría que entendierais esta angustia y por eso la comparto virtualmente con todos.
Os agradezco enormemente vuestros comentarios, Charo, Rubí, Cupe, "la dama de las tres AAA" (Amparo Alonso Almeida), perdóname esta ligereza, Santi, Emigrao, que continuáis siendo unos fenómenos con vuestras poesías, y todos los que entran en el foro.
Un abrazo cordial desde mi estima.
Eduardo.
Tú Charo, tienes junto a tí a los hijos que lo ven contigo, me refiero a las fotografías, en mi caso, percibo que les gusta la montaña, que se emocionan con un animal y lo admiran, pero si intentas comentarles algo, decides callar porque el estres al que les somete la vida de trabajo, es muy alto, y lo primero deseas su descanso.
Siempre dices, ¡en otro momento lo haremos!, pero nunca llega porque en estas grandes ciudades ya he comentado que se suele vivir a ritmo muy frenético y por eso envidiamos, sánamente, a los que podeis disfrutar de semejantes lugares.
Por eso, cuando llegas por algún tiempo a algun sitio así parece que te falta sitio donde poder meterlo para llevártelo.
Me gustaría que entendierais esta angustia y por eso la comparto virtualmente con todos.
Os agradezco enormemente vuestros comentarios, Charo, Rubí, Cupe, "la dama de las tres AAA" (Amparo Alonso Almeida), perdóname esta ligereza, Santi, Emigrao, que continuáis siendo unos fenómenos con vuestras poesías, y todos los que entran en el foro.
Un abrazo cordial desde mi estima.
Eduardo.
