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MENESES DE CAMPOS: Tierra de Campos...

Tierra de Campos

Un pueblo, en este caso Meneses, no se entiende como una realidad sobre sí misma, sino abierta y relacionada con su entorno, desde siempre Meneses, y los que en él habitaron, se han sentido terracampinos, habitantes de esta amplia comarca que es Tierra de Campos. De hecho los movimientos tradicionales de la gente era a los pueblos del entorno, con los que compartía el espacio, los usos y las costumbres, así como a los centros comarcales más cercanos: Medina de Rioseco, Villalón, Ampudia, Palencia, Villarramiel, de hechos hacia todos estos lugares partían caminos, sendas y veredas que hasta llevaban su nombre. Vamos, y ya que estamos en verano, tiempo para viajar, mejor para caminar, a adentrarnos por nuestra comarca.

Tierra de Campos, la comarca en la que esta enclavado el pueblo de Meneses de Campos, también conocida como Campos Góticos es una amplia comarca, con una superficie de 5820 kilómetros cuadrados, forman una inmensa planicie que se eleva insensiblemente de sur a norte desde los 650 a los 850 metros, que ocupa parte de las actuales provincias de Palencia, más de un tercio de la misma, Valladolid, Zamora y algunas zonas del sur de la provincia de León. Toda ella se caracteriza por estar formada por pequeños núcleos rurales y por una densidad media de pocos habitantes por kilómetro cuadrado.

La comarca forma una unidad geográfica y paisajística con personalidad propia desde los primeros siglos medievales. De estos siglos medievales proceden los dos nombres con que es conocida. Campos Gótico, nombre que aparece en la llamada Crónica de Albelda, donde se narran las incursiones de Alfonso I de Asturias por el valle del Duero, aunque el término se refería a un espacio más amplio que la actual comarca, al territorio comprendido entre la cordillera Cantábrica y el río Duero. Tierra de Campos, término que, aparecido por primera vez en la Primera Crónica General de España de Alfonso X el Sabio, confirmaría el elemento que da personalidad a la comarca, la llanura, lo que por aquí llamamos campo “esa tierra ancha y que vemos más allá de los caminos y veredas, y que suele se de color verde, amarillo, pajizo, ocre, siena, según la temporada”.

Los limites de Tierra de Campos quedan definidos en el norte por una línea que va de Sahagún de Campos, por Carrión, Osorno, hasta el Pisuerga en Osornillo, que la separa del Valle del Cueza, la Rivera de Saldaña, La Valdavía y el Boedo. En el este por el Pisuerga entre Osornillo y la desembocadura del Carrión un poco más allá de la Trapa en Dueñas. En el oeste por el río Cea, cuyo valle sirve de transición al Páramo leones, hasta su desembocadura en el Esla en Castrogonzalo en las inmediaciones de Benavente, y desde aquí la línea que marca el arroyo salado hasta Villarrín de Campos. El límite sur viene marcado por los Montes Torozos, así como por los alcores y páramos de la comarca del Cerrato palentino en el sector sur oriental, y la Tierra del Pan, que con características geomorfológicos similares a Tierra de Campos hace de tránsito a la Vega del Esla en la provincia de Zamora.

Toda la comarca, con un suelo fundamentalmente arcillo-arenoso aprovechado en su gran mayoría, desde mediados del siglo XIX por una intensa explotación agrícola -cereal de secano- se caracteriza por un relieve llano o levemente ondulado.

Dos notas debemos destacar del paisaje de Tierra de Campos, uno es la horizontalidad, lo que da la impresión de que la mirada se pierde en la inmensidad de la llanura, por ello adquiere una gran importancia los elementos verticales como los árboles, no muy abundantes, y las torres de las iglesias, pudiendo ser localizadas a grandes distancias. La otra nota que caracteriza el paisaje de la comarca es la rica variedad cromática a lo largo de las diferentes estaciones del año, los verdes, el pardo, el gris, el amarillo de las mieses que, cuando se mezclan debido a los diferentes cultivos agrícolas, crea esa rica paleta de colores agradable a la mirada. No podemos dejar de mencionar la belleza cromática de los atardeceres cuando el sol se sumerge en la lejanía del campo tiñendo el cielo de un rico cromatismo rojo. No podemos olvidar la luminosidad y la transparencia de la atmósfera

En Tierra de Campos nos encontramos con esos bienes inmateriales que no tienen precio y que no siempre es posible encontrar en la ciudad. Aire puro, sol, silencio, pocos son los ruidos que se escuchan en sus campos, donde uno puede perderse a estar consigo mismo, monotonía del silencio sólo rota por las esquilas, cada vez menos frecuentes, de los rebaños de ovejas, o el ruido del motor de algún tractor de pasos por los caminos o entretenido en las tareas del campo.

Tierra de Campo tiene también una gran riqueza faunística, la avutarda, el ave propia de las estepas y que cuenta en la comarca con la mayor población de dichas aves, el zorro, conocido como raposo, el cernícalo, el aguilucho lagunero, la liebre, el conejo silvestre, la perdiz roja, la codorniz