El humilladero, es un lugar devoto, que solía haber a las entradas de los pueblos, a veces en el interior de los mismos, como sucede en Villerías con la ermita del Cristo, que esté en el centro del pueblo; podía ser al aire libre, a semejanza de los cruceros gallegos, o una construcción, en este caso una emita, que cobijaba la imagen de Cristo crucificado. Si iba al aire libre formaba una especie de plantón, cuadrangular o poligonal, levantado sobre el terreno al que se ascendía por una escalinata en cuyo centro se levantaba la cruz. En muchos lugares estos humilladeros son conocidos como cruz de término. La costumbre de levantar estas cruces procede de los últimos siglos medievales.
El término humilladero deriva de humillar, de ahí que a los Cristos que cobijan estas ermitas se les de el nombre genérico de Cristo del humilladero. Y no se debe olvidar que Cristo de la humildad es una de las advocaciones más corrientes dadas a Cristo Crucificado, que es la transposición al mundo devocional de una idea procedente de la teología y de la espiritualidad, la máxima prueba de humildad, el abatimiento de Cristo en la Cruz: “Y esto fue, como digo, al tiempo y punto que este Señor estuvo más aniquilado en todo; conviene a saber, acerca de la reputación de los hombres, porque, como lo veían morir, antes hacían burla de él que le estimaban en algo; y acerca de la naturaleza, pues en ella se aniquilaba muriendo” (San Juan de la Cruz).
En cuanto a la ermita es muy reciente, si en historia hay algo reciente, de 1713, va a cumplir trescientos años, un motivo para festejar algo, su tercer centenario. La construcción se debe a Francisco Romo y su esposa, si se tiene buena vista en una de las piedras de la fachada, junto a las dovelas de arranque del arco, a mano izquierda según se mira, se puede leer la inscripción.
La imagen del Cristo, a la que se tuvo una gran devoción, sobre todo en cuaresma y semana santa, todos podemos recordar los clavarios o vía crucis los miércoles santos al anochecer, la procesión el jueves santo por la noche, con la imagen de la Virgen de los Dolores, y la imagen de la cruz verde que se guardaba en la llamada sacristía vieja, que no falta nunca desde hace muchos siglos finales del XV en las procesiones de Semana Santa de Tierra de Campos, cuyo uso introdujeron los franciscanos con las llamadas cofradías de la Vera cruz, de ahí el color verde, alusión al árbol de la vida. Cuando la procesión llegaba a la ermita al Cristo le alumbraban cientos de lamparitas nadando en el agua roja con aceite que la gente había ido dejando desde que finalizaban los oficios de la cena del señor. Y resonaba en la ermita el canto, sobrio, profundo, pero solemne y sentido a la vez, de aquellas canciones pasionales, muy típica de Tierra de Campos, que han dado personalidad a la sobriedad de la semana santa de est6a tierra: perdona a tu pueblo, amante Jesús mío y la salve con que terminaba el acto devocional. La imagen es del siglo XVII, y como podéis ver no es una gran talla en sentido artístico, pero no desmerece para nada el lugar que ocupaba y llama a devoción, a recordar, como decían los clásicos, los episodios del calvario, la crucifixión de Cristo.
Era corriente acudir en las necesidades, como eran epidemias, sequías, ante la imagen de este Cristo del humilladero buscando remedio, la última vez que se acudió ante él fue a comienzos del siglos XX, no puedo precisar la fecha ¿1903?, había unos gozos actualmente perdidos, compuestos por el Sacristán, el Señor Lino Díaz, agradeciendo los favores recibidos por el Cristo
En otra ocasión más sobre la ermita.
El término humilladero deriva de humillar, de ahí que a los Cristos que cobijan estas ermitas se les de el nombre genérico de Cristo del humilladero. Y no se debe olvidar que Cristo de la humildad es una de las advocaciones más corrientes dadas a Cristo Crucificado, que es la transposición al mundo devocional de una idea procedente de la teología y de la espiritualidad, la máxima prueba de humildad, el abatimiento de Cristo en la Cruz: “Y esto fue, como digo, al tiempo y punto que este Señor estuvo más aniquilado en todo; conviene a saber, acerca de la reputación de los hombres, porque, como lo veían morir, antes hacían burla de él que le estimaban en algo; y acerca de la naturaleza, pues en ella se aniquilaba muriendo” (San Juan de la Cruz).
En cuanto a la ermita es muy reciente, si en historia hay algo reciente, de 1713, va a cumplir trescientos años, un motivo para festejar algo, su tercer centenario. La construcción se debe a Francisco Romo y su esposa, si se tiene buena vista en una de las piedras de la fachada, junto a las dovelas de arranque del arco, a mano izquierda según se mira, se puede leer la inscripción.
La imagen del Cristo, a la que se tuvo una gran devoción, sobre todo en cuaresma y semana santa, todos podemos recordar los clavarios o vía crucis los miércoles santos al anochecer, la procesión el jueves santo por la noche, con la imagen de la Virgen de los Dolores, y la imagen de la cruz verde que se guardaba en la llamada sacristía vieja, que no falta nunca desde hace muchos siglos finales del XV en las procesiones de Semana Santa de Tierra de Campos, cuyo uso introdujeron los franciscanos con las llamadas cofradías de la Vera cruz, de ahí el color verde, alusión al árbol de la vida. Cuando la procesión llegaba a la ermita al Cristo le alumbraban cientos de lamparitas nadando en el agua roja con aceite que la gente había ido dejando desde que finalizaban los oficios de la cena del señor. Y resonaba en la ermita el canto, sobrio, profundo, pero solemne y sentido a la vez, de aquellas canciones pasionales, muy típica de Tierra de Campos, que han dado personalidad a la sobriedad de la semana santa de est6a tierra: perdona a tu pueblo, amante Jesús mío y la salve con que terminaba el acto devocional. La imagen es del siglo XVII, y como podéis ver no es una gran talla en sentido artístico, pero no desmerece para nada el lugar que ocupaba y llama a devoción, a recordar, como decían los clásicos, los episodios del calvario, la crucifixión de Cristo.
Era corriente acudir en las necesidades, como eran epidemias, sequías, ante la imagen de este Cristo del humilladero buscando remedio, la última vez que se acudió ante él fue a comienzos del siglos XX, no puedo precisar la fecha ¿1903?, había unos gozos actualmente perdidos, compuestos por el Sacristán, el Señor Lino Díaz, agradeciendo los favores recibidos por el Cristo
En otra ocasión más sobre la ermita.
