MANZANEDA DE OMAÑA: Existe en las comarcas de León, un tipo peculiar de...

Existe en las comarcas de León, un tipo peculiar de vivienda que tiene, sin duda alguna, un origen ancestral. Este tipo de construcción se enmarca dentro del conjunto de las “casas de teito” características de la arquitectura popular de la Región Leonesa. Encontramos vestigios, mejor o peor conservados, en las Comarcas Leonesas del Bierzo, Laciana, Babia, Luna, Los Argüellos, Las Omañas, Maragateria, y La Cabrera. A pesar de la similitud básica del conjunto regional, una serie de características propias, diferencian unos tipos comarcales de otros.
Esta variedad arquitectónica tiene su origen remoto en las construcciones del pueblo prerromano que habitaban estas tierras: los CÁNTABROS VADINIENSES, etnia autóctona celtizada y posteriormente romanizada. Ya en el período Neolítico las cabañas se fabricaban con paredes y techos de ramajes y barro, conformando los núcleos habitados denominados “castros”. El castro es un poblado fortificado en lo alto de un monte –la toponimia actual nos indica asentamientos castreños- con un fin básicamente defensivo, añadiendo unas o varias cinturas fortificadas, situando las viviendas en su interior. Estos núcleos comenzaron en el citado período y perseveraron hasta la conquista romana. Las casas tenían planta circular o rectangular. El límite entre la planta circular y la rectangular parece estar entre El Bierzo y Las Omañas. La vida en los castros se mantuvo durante la Edad de Hierro, hasta la época romana avanzada, sufriendo durante este transcurso temporal la influencia de los pueblos celtas hacia forma rectangulares. El empuje ejercido por lo celta no supuso la total desaparición de las formas circulares, si bien se produjo una adaptación a la nueva fábrica, surgiendo así construcciones más o menos rectangulares.

Con la romanización tardía, la agricultura adquiere un incipiente desarrollo y los indígenas abandonaron paulatinamente los castros, para situar sus poblados en los valles. Este asentamiento en las zonas llanas continuó durante la Edad Media favorecido por el avance de la Reconquista, surgiendo un mayor número de aldeas denominadas con frecuencia “casares”, que mantendrían su tipo primitivo de construcción, con techumbre de paja y paredes de mampostería de canto rodado, si bien su tamaño era mayor.