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FOLLOSO: Hola Isabel,...

Hola Isabel,

Ya era hora que la matanza te dejara algún huequecillo para poder disfrutar de tu compañía por estos pueblines.
Muchas gracias por acordarte de mí y regalarme esos paisajes de otoño de mi querido Folloso. Es tan larga la ausencia que ya solo llego a intuir, más que a recordar los paisajes que me muestras en la foto. Esos orgullosos chopos yo ya no los conocí ni en su nacimiento y mira que frondosos y altivos crecen, tanto, que harán convocar a los vecinos a hacendera para barrer las hojas de la carretera. Quiero no estar equivocado, ya me sacarás del error si no es así, y pensar que están situados en la fuente de Abajo. El cartel, la señal, y la bamda protectora que no sé como se llama me son totalmente nuevos. A la izquierda del cartel, que supongo pondrá Folloso, antes había una gran pared que separaba la huerta de los frutales de Manuela de Vito del camino que conducía a la Peña de Abajo. De rapacín, para ahorrarme pasar por delante de la casa de Nicanor, que solía tener unos perros muy gafos, silenciosamente, pasaba por delante de la casa de Manuela, abría la cancilla y bajaba por la huerta de los frutales, a todo meter, hasta la fuente de Abajo. Como bajaba tan de prisa, nunca me paraba a coger alguna manzana, pera o ciruela. Bajaba así, por la pendiente, pero también porque sabía que no hacía bien utilizando un camino que no era público y en mi fuero intero, por confesar de alguna manera, que tenía miedo a los perros de Valeriano, aunque también lo dulcificaba, diciendo que era un rapacín prevenido y ser prevenido, siempre me habían dicho en casa, que valía por dos. La autocomplacencia y la justificación siempre nos acompañan en la mayoría de nusestras acciones, desde la más tierna edad, condición humana.

Ya que he bajado por la huerta de los frutales de Manuela la de Vito, aprovecho para contarte una anécdota que se le atribuía. Tenía en su casa un albañil que le estaba poniendo la cocina nueva. Era un señor de Carrizal o Campo Salinas y todos los sábados acabado el día marchaba para su pueblo. En aquellos pueblos, ya sabes que a la mañana se almorzaba patatas cocidas, sazonadas con grasa, ajo y pimentón y a la noche se cenaba lo mismo. El albañil, después de asearse se disponía a marchar y Manuela le insistía que no le dejaría marchar sin cenar. Le explicaba que ahora mismo se pondría a "buldar" las patatas y que enseguida estarían cocidas. Que sin cenar no se podía ir. "Bueno, Señora Manuela, mire, yo con un par de huevos fritos y un par de lonchas de jamón pasadas por la sartén, tengo bastante. No hace falta que me prepare usted cena". Y la señora Manuela le preparó hacendosa y diligente sus huevos de "ñal" y sus lonchas de jamón con su tocino, convencida que se ahorraba la cena. Y aquella anécdota tuvo mucha tirada en mi casa y se utilizaba muchas veces como paradigma de conducta de "frescura" o de ignorancia según viniese a cuento en una dirección o en otra.

Un abrazo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hola Peña,

Estas en lo cierto, es en la fuente de abajo, y aunque yo no me se mucho los nombres ni como estaba todo antes, creo que por donde tu bajabas que salias por la cancilla, ahora esta con arboles frutales nuevos, los han puesto hace menos de un año, ya no hay cancilla, yo de la cancilla si que me acuerdo, tambien de los antiguos frutales.
La señal, si que pone Folloso, los chopos son del prado que era de Valeriano, yo no se si siempre ha sido de esa familia o no, ahora esta casi todo ... (ver texto completo)