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FOLLOSO: Después de la Cuaresma: Pascua de Resurrección. Aunque...

Después de la Cuaresma: Pascua de Resurrección. Aunque parezca mentira visto con perspectiva del XXI, pasar curenta días sin baile, aunque fuera con pandereta, (la prohibición, amigos, la prohibición es la fuente del deseo) era un camino largo y duro. Mozos y mozas esperaban como agua de mayo el día de Pascua.

Aquellos cuarenta días de, ayunos, abstinencias, bulas oficios, tinieblas daban para mucho, pero al final estaba la recompensa: El día de Pascua. Quien más, quien menos había ido a Riello, a los comercios, a comprarse tela para vestido o blusas, camisa blanca o los zapatitos de tacón para lucir en El Castillo.

El Castillo era el segundo Centro Comercial de la Comarca. También le había sido concedida una Feria, un poco mas corta en el tiempo pero bastante provechosa por la época del año. Después de recoger la hierba (una tortura todo el preoceso) se regaban los praos todo lo que se podía para que no se agostaran y la hierba volviese a crecer y sirviese de pasto para vacas y jatos. Este pasto se llamaba otoñada y si era buena los animales engordaban y los paisanos del contorno podían hacer caja. Dióse cuenta el Prior del convento y buscó otro punto estratégico, el Castillo, para situar el mercado
los martes de noviembre.

En vísperas del día grande, el Día de Pascua, toda la juventud comentaba el tiempo. La pregunta era. ¿lloverá? En aquel entonces, no había electricidad, y el transitor llegó un poco mas tarde. Todo era mirar para el cielo, observar las nubes, vigilar los cambios del viento y rezar.

Llegado el día, casi siempre llovía, la fustración se teñía de esperanza, cuando algún mayor apuntaba que al medio día iba a abrir. Si era así, empezaban las pruebas, los enfados y los espejos a danzar en mil posiciones.
Con los zapatos en un fardel, las bolsas de plástico, ni se imaginaban, las mejores galas, algunas pesetillas, pocas, y las mayores ilusiones, emprendíamos peñas arriba en busca del camino del CASTILLO, por el camino viejo que era más corto y al llegar a la devesona, por el atajo para llegar pronto. Una vez en la Puebla se buscaba un escondrijo para las alpargatas, botas o madreñas que de todo había, segun barrizales o terreno seco y se cambiaban por los zapatitos de tacón comprados para la ocasión. Se visitaba Casa Sandalio, o casa Jodelín para el café, la gaseosa o alguna copa, se paseaba por la carretera, piso muy especial y ambicionado por "los de allí arriba". Se paseaba hacia Vega o hacia la casa del " señorito". Se hacía el recuento de los asistentes: sí, aquel es hijo de fulano", aquella es de Garueña.... El tiempo aguantó. Todos a cruzar el Río por entre el juego de bolos muy animado, hacia la Puebla con vestigios de los romanos en busca de oro. Allí al abrigo de una casa, alegre y afrancesada esparcía todas las ilusiones acumuladas durante la larga cuaresma la "alcurdión" de Salvaddor. Cuando el sol bajaba, el fino viento se colaba entre los mozos y mozas que bailaban, se aguantaba lo que se podía, hacía frío y había que subir la cuesta. "Cuesta abajo todos los santos ayudan, pero cuesta arriba, ninguno".
Con algún caramelo de la caramelera para endulzar la subida dejábamos atrás el Castillo y el tan deseado Día de Pascua.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
HOLA PEÑA, te felicito por tu explicacion del dia de Pascua en el Castillo, y ya que estas puesto nos podias esplicar el uso de la "carraca" en semana santa, un saludooooo