Vendimiando, ARDON

En recuerdo y agradecimiento a unos amigos que, al ofrecerme un vino de calidad hecho a la antigua usanza por ellos mismos a partir de las uvas que están cosechando en la foto, involuntariamente me incitaron a olvidarme de los consejos de mi médico, prescindir de la gaseosa y regar con él, en estado puro, la degustación de otros productos típicos del país una tarde-noche del mes de agosto próximo pasado.
En honor a ellos inserto lo que, ya en solitario, me sugirió la ocasión:

La vendimia.

Del carro rueda la rueda
camino del barcellar;
va siguiendo la rodera
de la senda el Polear.
Con el alba despuntando
las viñas toman color
y, con el fruto aún colgando,
alegran al labrador.
Las cuadrillas ya se afanan
en cortar racimos negros,
de uvas dulces, muy sanas,
que van echando en los cestos.
La calandria, allá en lo alto,
vuela y canta sin cesar,
dándole aún más encanto
al placer de vendimiar.
Vuelve el carro a la rodera,
ya con carga, al mediodía,
para llevarla a la cueva
do esperan cubas vacías.
Con la pisa de las uvas
comienza el mosto a salir
y fermentando en las cubas
se hará un vino rubí.
Concluida la faena,
en el caer de la tarde,
retoma el carro el carril...
y en el lagar de la cueva,
colgado el canto, en el aire,
sigue, del mosto, el fluir.

Un cordial saludo.
Un paisano de Sabino Ordás.
(Octubre de 2013)