Palomar solitario haciendo guardia a la betusta nogala de un pueblo del silencio, VILLALIBADO

El solitario palomar, hoy sin pichones ni palomas, monta guardia junto al cansado y betusto nogal, solo acompañados en el mejor de los casos, con esa mancha amarillenta de girasoles que año tras año visten los campos villalibadenses. Unos y otros son testigos de este tardío resurgir de un pueblo, que en un momento formó parte de esa larga y triste lista de " Los Pueblos del silencio". Hay que esperar un poco más para ver los resultados. Con todo, la perspectiva es esperanzadora. El tiempo lo dirá.
(4 de Marzo de 2009)


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