San Francisco de Asís fue el precursor de la ecología moderna. Él consideraba a la naturaleza como obra de Dios, con todo lo que ella creara, todo era un hijo de Dios. Los seres animados y los seres inanimados. Las plantas, los animales y el reino mineral, la luna, las estrellas, el universo. El hombre un ser más. Sin darme cuenta así me educaron en esa convicción en mi tierra sin asistir a tantas clases de monjas como algunas, o de frailes como muchos, y contando con los buenos ejemplos de mis paisanos, muy humanos en el trato a todo ser vivo. Luego el marco incomparable de la naturaleza que siempre la consideré sanadora cuando mi salud no era tan completa como debiera haber sido. Los buenos aires de mis inmensos pinares tenían propiedades muy beneficiosas para mi salud cuando volvía de Madrid a mi tierra de nuevo como cada año. Es que no puedo olvidar que la naturaleza fue siempre tan beneficiosa y por eso me cuesta pensar que haya quienes la desprecien tanto hasta esquilmarla. No me cabe en la cabeza, lo mismo que quizás a ellos no les quepa que haya defensores fieles de piedras, minerales y plantas que aquí nunca se tuvieron en cuenta. Pocos, la verdad. Y seguiré agregando razones a tanta indolencia, que acabará con el Cántico a las Criaturas de San Francisco de Asís.
