“Cada parte de esta tierra es sagrada para mí. Cada colina, cada
valle, cada llano, cada
huerta han sido bendecidos por algún suceso triste o
feliz ocurridos en el pasado.
Hasta las
piedras, que parecen muertas y sordas quemándose bajo el sol en la silenciosa ribera, se estremecen con los recuerdos conmovedores ligados a nuestros antepasados. Y el polvo mismo, que hora pisas, responde más amorosamente a nuestras pisadas que a las tuyas, porque está enriquecido con la sangre de tus ancestros…
La
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