El año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre.
Para la poetisa Victoria Serna con afecto
LISONJA CASTELLANA
De Burgos partió la mora,
De Burgos la bien guarnida.
Íbase a Nuez de Arriba,
Do madre y padre tenía.
Ondulante está la senda,
Serpenteada está la via.
Apoyase a un viejo roble,
Por tener más compañía.
Ve llegar a un figlio de algo,
Que a Nuez de Arriba se guía.
La mora desque lo vido,
Désta suerte le decía.
Si le place figlio de algo,
Llévesme en su compañía.
Pláceme, dijo, zagala,
Pláceme, dijo, por vida.
Apeóse del caballo,
Por hacelle cortesía.
Puso a la mora en las ancas,
Y subiérase a la silla.
En el medio del sendero,
De amores la requería.
La mora, desque le oyera,
Díjole con osadía.
Tate, calmo figlio de algo,
No fagaís tal villanía.
Soy la figlia de morisco,
Con muy grave malatía.
El huomo que me tocase,
Malato se tornaria.
Con temor el caballero,
Palabra no respondía,
Á porta de Nuez de Arriba,
La manceba sonreía.
¡De que reís mí zagala!...
¡De qué reís prenda mía!...
Me rio del figlio de algo,
Y de su gran cobardía.
“Tener morisca al ejido,
Y acatarla cortesía”
Con rubor el filio de algo,
Estas palabras decía:
“Retornemos al sendero,
Que la labor me fascina”.
La mora, cómo discreta,
Díjole que no volvía.
Ni nadie aunque tornase,
A su entidad palparía.
Soy figlia de los Omeya,
Y extrema en orfebrerías,
Al huomo que me palpase,
Barrumbadas costaría.
La mora virgen estaba,
Y manceba quedaría.
Eso ocurrio mis amigos,
Al lado de Nuez de Arriba.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
LISONJA CASTELLANA
De Burgos partió la mora,
De Burgos la bien guarnida.
Íbase a Nuez de Arriba,
Do madre y padre tenía.
Ondulante está la senda,
Serpenteada está la via.
Apoyase a un viejo roble,
Por tener más compañía.
Ve llegar a un figlio de algo,
Que a Nuez de Arriba se guía.
La mora desque lo vido,
Désta suerte le decía.
Si le place figlio de algo,
Llévesme en su compañía.
Pláceme, dijo, zagala,
Pláceme, dijo, por vida.
Apeóse del caballo,
Por hacelle cortesía.
Puso a la mora en las ancas,
Y subiérase a la silla.
En el medio del sendero,
De amores la requería.
La mora, desque le oyera,
Díjole con osadía.
Tate, calmo figlio de algo,
No fagaís tal villanía.
Soy la figlia de morisco,
Con muy grave malatía.
El huomo que me tocase,
Malato se tornaria.
Con temor el caballero,
Palabra no respondía,
Á porta de Nuez de Arriba,
La manceba sonreía.
¡De que reís mí zagala!...
¡De qué reís prenda mía!...
Me rio del figlio de algo,
Y de su gran cobardía.
“Tener morisca al ejido,
Y acatarla cortesía”
Con rubor el filio de algo,
Estas palabras decía:
“Retornemos al sendero,
Que la labor me fascina”.
La mora, cómo discreta,
Díjole que no volvía.
Ni nadie aunque tornase,
A su entidad palparía.
Soy figlia de los Omeya,
Y extrema en orfebrerías,
Al huomo que me palpase,
Barrumbadas costaría.
La mora virgen estaba,
Y manceba quedaría.
Eso ocurrio mis amigos,
Al lado de Nuez de Arriba.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
