EL PERRO RICO Y EL PERRO POBRE
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Aunque en color y raza diferentes,
yo conocí dos perros en Andujar
que el lecho dividiendo y la pitanza,
celebraban gozosos la fortuna.
Mas, ¿qué mucho si, jóvenes sencillos
jamás supieron de la negra bruma
del interés, el interés menguado
el puro cielo del cariño nubla?
Apenas ver dejaba Febo hermoso
su faz resplandeciente y rubicunda,
se entregaban alegres mis dos perros
a sus saltos, sus juegos y sus luchas;
y acá y allá corriendo desolados
por ver cual de los dos en fuerzas triunfa,
unas veces se clavan en el lodo,
y ruedan otras en las piedras duras.
Mas acertó a pasar cierta mañana
el duque opolentísimo de Osuna
por la ciudad morisca y le gustó
la cara de un perro por lo chusca.
El amo de los perros, que era pobre,
al duque vendió el can por cierta suma,
y al subir en el coche el noble duque,
entrególo de cámara a un ayuda.
Amargo fue el dolor del otro perro,
acerbo su pesar, grande su angustia...
Hay quien sostiene que lloró muy mucho,
su suerte maldiciendo en voces mudas.
Al cabo de seis meses con su amo
el pobre can entró en la corte augusta,
y andando calles y cruzando plazas,
del perro rico dirigiéndose en busca.
Encontrole pienado y reluciente
a la puerta del duque, y con profunda
natural emoción quiso abrazarle,
aullande de placer o de ternura.
Mas mirándole altivo el cortesano,
los dientes le enseñó con torpe furia,
y, la espalda volviendo al atrevido,
ni siquiera ladró:" ¡Por ahí te pudrás!"
Abochornado nuestro humilde perro
al aire dió un suspiro, y, con faz mustia,
as u modesto albergue encaminose,
pensando en su amigo en la repulsa..
---- ---- ---- ---- ---- ---- ----
Ven conmigo, lector, y uno por uno
te enseñaré de ingratos una turba,
tan perros como el perro de mi fábula,
o más, leector amable, si me apuras.
Mientras son pobres, con el pobre juegan,
mas luego que la suerte los encumbra,
al amigo desprecian de la infancia,
porque el oro es su dios, ¡su gloria única!
Tenorio.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
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Aunque en color y raza diferentes,
yo conocí dos perros en Andujar
que el lecho dividiendo y la pitanza,
celebraban gozosos la fortuna.
Mas, ¿qué mucho si, jóvenes sencillos
jamás supieron de la negra bruma
del interés, el interés menguado
el puro cielo del cariño nubla?
Apenas ver dejaba Febo hermoso
su faz resplandeciente y rubicunda,
se entregaban alegres mis dos perros
a sus saltos, sus juegos y sus luchas;
y acá y allá corriendo desolados
por ver cual de los dos en fuerzas triunfa,
unas veces se clavan en el lodo,
y ruedan otras en las piedras duras.
Mas acertó a pasar cierta mañana
el duque opolentísimo de Osuna
por la ciudad morisca y le gustó
la cara de un perro por lo chusca.
El amo de los perros, que era pobre,
al duque vendió el can por cierta suma,
y al subir en el coche el noble duque,
entrególo de cámara a un ayuda.
Amargo fue el dolor del otro perro,
acerbo su pesar, grande su angustia...
Hay quien sostiene que lloró muy mucho,
su suerte maldiciendo en voces mudas.
Al cabo de seis meses con su amo
el pobre can entró en la corte augusta,
y andando calles y cruzando plazas,
del perro rico dirigiéndose en busca.
Encontrole pienado y reluciente
a la puerta del duque, y con profunda
natural emoción quiso abrazarle,
aullande de placer o de ternura.
Mas mirándole altivo el cortesano,
los dientes le enseñó con torpe furia,
y, la espalda volviendo al atrevido,
ni siquiera ladró:" ¡Por ahí te pudrás!"
Abochornado nuestro humilde perro
al aire dió un suspiro, y, con faz mustia,
as u modesto albergue encaminose,
pensando en su amigo en la repulsa..
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Ven conmigo, lector, y uno por uno
te enseñaré de ingratos una turba,
tan perros como el perro de mi fábula,
o más, leector amable, si me apuras.
Mientras son pobres, con el pobre juegan,
mas luego que la suerte los encumbra,
al amigo desprecian de la infancia,
porque el oro es su dios, ¡su gloria única!
Tenorio.
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