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La torre medieval de los Porras-Isla-Fernández, CIDAD DE VALDEPORRES

El palacio y casa fuerte solariego de Cidad, construcción anterior al siglo XIV, fue el principal de los Porras y se le consideró siempre como el «origen de su apellido». Antes de vincularse sufrió un verdadero baile de dueños. En 1334 Pedro Gómez «el Viejo» vendía la casa de Cidad, con todo lo a ella perteneciente, a su cuñada Teresa García por 13000 mrs. Al quedar ésta viuda enajenó Cidad a favor de Día Sánchez de Porras, hijo del antedicho Pedro, por 8.000 mrs., venta en la que no entraban ciertos bienes anejos a la torre (año 1369). Al morir Día sin sucesión heredaron la casa sus hermanos, pero acabaría todo en poder de Pedro Gómez de Porras por compra que hizo a las demás partes.

La torre de Cidad se encuentra en regular estado de conservación. El palacio, en cambio, está en ruinas, pues ha perdido parte del tejado y sirve hoy día de establo. El conjunto, a juzgar por lo conservado, debió de presentar cierta complejidad. Fue residencia temporal de sus seño­res, al menos hasta mediados del s. XVII en que ya no re­sidía nadie. La torre principal se encuentra al noroeste. Ha per­dido la cubierta, que casi seguro fue terraza. Conserva bien las almenas y vanos, aunque al exterior es difícil apreciarlo, porque el clima húmedo ha tapizado de hie­dra sus paredes. Junto a la torre existe una construcción que posiblemente correspondió a una capillita.

Ya en el interior se aprecian perfectamente el entresuelo, con alguna saetera, y cuatro plantas más. En el lienzo del Este se abre el portillo de ingreso con una saetera lateral. Los vanos se distribuyen uno en cada lado a la altura del tercer piso, mas otro en la segunda planta, al Norte. Por su lado interno todos los vanos son de arco rebajado. Excepto el entresuelo, las demás plantas tuvieron sus paredes recubiertas de yeso. Puede apreciarse aún muy bien cómo los pisos primero y segundo estaban divididos en cuatro habitaciones cada uno, reducidas a tres en las dos últimas. La comunicación desde el exterior es compleja. Una vez en el patio se entraba al palacio, de donde se pasaba a otro pequeño patio y por un patín se ascendía hasta la altura del primer piso de la torre.

Por tres de sus lados está rodeada de barbacana, de la que quedan pocos restos, y foso ya casi cegado.

Pegando a la torre central hay otra más pequeña y baja con una serie de saeteras y alguna ventana aún bien visibles. Se comunicaba con la anterior a la altura del primer piso. A través de esta torre se pasaba al palacio.

La puerta de ingreso de este último es apuntada. Hay varios vanos abiertos en su frente, pero que hoy están tapiados y maltratados.

A duras penas si se mantiene el horno en una esquina del recinto. Otro tanto cabría decir de la tapia que rodea el conjunto de edificaciones, de la que quedan escasos restos. Destaca la puerta de ingreso desde la calle principal del pueblo. Es de arco rebajado con goznes bien visibles. Posee dos saeteras horizontales adaptadas al uso de armas de fuego. Está construida a base de excelente sillería y dovelaje. Es obra posterior a la torre.

El conjunto se ajusta a un claro esquema y formas góticas que hace pensar en construcciones que, aunque no totalmente contemporáneas, tampoco parecen estar muy alejadas entre sí. Ya en la fundación del mayorazgo se decía «mis torres» de Cidad.

Martín de Porres escribía en el s. XVII: «En la era 1141 se quedó a vivir en Castilla (un Porras) y pobló un valle que llamo de su apellido., en él edificó una Casa fuerte en un lugar que llamo Cidad que quiere decir señorío la qual Casa permanece hasta hoy y tiene una muy alta torre con caba a la redonda con cuatro cuartos alrededor de la casa con otras cuatro torres la cual es la casa y cabeza de Porres».

Estaba ya levantada a comienzos del s. XIV. como se dijo al principio. Si no formo parte del primer mayorazgo fue porque en tal año no pertenecía a Pedro Gómez de Porras «el Viejo». Es probable que este Pedro no fuera su constructor, ya que parece difícil imaginar que pudiera desprenderse de una obra de este tipo por lo que representa, sobre todo teniendo en cuenta que había sucesión y también las especiales circunstancias en que le tocó vivir. Lo más probable es que fuera anterior a él.

Aunque amenaza ruina, parte de ella es salvable. En el palacio se están hundiendo los pisos y al tejado le está ocurriendo otro tanto.
Por estar en un rincón de la provincia los historia­dores locales no la han citado y hasta parece que la han desconocido, a pesar de ser una de las más antiguas y completas de Burgos. La hiedra, que la cubre por com­pleto, colorea sus muros de intensos y vivos tonos con­virtiéndola en un auténtico prototipo de belleza y foto­genia.