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MUJERES EN LA HISTORIA La primera abadesa de las Huelgas, BURGOS

MUJERES EN LA HISTORIA
La primera abadesa de las Huelgas fue un claro ejemplo de la riqueza y privilegios concedidos a este monasterio; tenía jurisdicción eclesiástica, civil y criminal sobre más de 50 villas cercanas y sólo obedecía al papa. Su elevada jerarquía se evidenciaba en un tocado especial parecido a una mitra; ésta y el báculo la asemejaban a un obispo femenino.

«Desde su primera abadesa, doña Sol (1187-1203), el señorío de las Huelgas abarcaba 14 pueblos grandes y 50 pequeños y estaban sujetos a su autoridad 13 monasterios. Sus posesiones se extendían desde la Llana de Burgos hacia Toledo y Santander», explica Herrero. «En el orden temporal a la jurisdicción de la abadesa le correspondía nombrar Alcalde Mayor o Juez ordinario en los lugares y villas que dependían del monasterio. En el orden eclesiástico, entre otros privilegios, podía presidir la elección de abadesas de monasterios, otorgaba licencias para confesar o predicar, nombrar confesores y capellanes. Es decir, administraba en todos los campos de la vida conventual femenina de la orden», cuenta la conservadora.

La relación de la Corona de Castilla con el convento se tradujo, como Leonor pretendía, en que varias infantas de la familia real fueron abadesas de las Huelgas, empezando por su hija Constanza, que sucedió a la mencionada Sol. Además de ser el panteón real, aquí también se nombraron caballeros y se coronaron los reyes Alfonso XI y su hijo Enrique de Trastámara. «El monasterio y su entorno han sido y siguen siendo escenario, desde su fundación, de diversas ceremonias y fiestas importantes. En 1219 fue armado caballero en las Huelgas Fernando III el Santo, su hijo Alfonso X en 1254 y el príncipe Eduardo de Inglaterra en 1255. Para esta ceremonia se utilizaba una imagen articulada de Santiago, que se conserva en la capilla de su mismo nombre», explica Herrero. «Las visitas de los reyes eran un acontecimiento de especial trascendencia y para ello se abría la llamada Puerta Real, que se conserva tapiada y solo se abre cuando un rey visita el monasterio», añade.