Mural en recuerdo a Francisco Grandmontagne, BURGOS
Grandmontagne y Otaegui, Francisco
Francisco Grandmontagne uno de los grandes desconocidos de la Generación del 98.
Nació en la noche del 30 de septiembre de 1866 en la localidad burgalesa de Barbadillo de Herreros, de padre navarro y madre guipuzcoana, ambos vascoparlantes, su niñez transcurrió alrededor de la ferrería familiar. Con ocho años, muerto su padre, fue a Fuenterrabía, a casa de su tío materno, de quien recibió los primeros estudios y conservó agradables recuerdos. Con diecisiete años, en 1883, emigró a Buenos Aires en busca de fortuna. Del comercio y el ámbito rural argentino pasó, por vocación, al periodismo de la mano de Miguel Cané. Colaboró en La Nación, El País, Caras y caretas o El tiempo y se incorporó a La Prensa, de Buenos Aires, donde fue redactor-jefe y, en 1893, con el tipógrafo vizcaíno José Ramón de Uriarte, inició la redacción de La Vasconia: revista ilustrada. Su estreno literario se realizó, en 1896, con la obra Teodoro Foronda (Evoluciones de la sociedad argentina), novela basada en el antagonismo de culturas y considerada la primera de la emigración europea en América. A los dos años, publicó La Maldonada (Costumbres criollas), continuación de la anterior y, después, Vivos, tilingos y locos lindos (1901), ensayo sociológico, elogiado por Miguel de Unamuno.
Sus intereses literarios llegaban, también, al teatro. En 1902, entregado ya al periodismo, volvió a España como corresponsal de La Prensa. Al poco, se casó con Jerónima Echeverría y tuvo dos hijos. Además, impartió conferencias de asunto económico, algunas reunidas en El ultraproteccionismo (1908) e, incluso, abordó la forma de ser argentina en Crónicas de Marianela (1917). Fue presidente de la Asociación de Prensa de San Sebastián y, por su experiencia americana y su logrado lenguaje, se le homenajeó en Madrid. Ya viudo, escribió Paisajes de España. Galicia y Navarra (1922) y Los inmigrantes prósperos (1933), libro éste de descripción de los fenómenos sociales.
Relacionado con los personajes y temas de la Generación del 98, su pluma indagó la idiosincrasia de España y América y, en concreto, la de Argentina, como se ve en Páginas escogidas (1920-1935), obra póstuma de 1966.
Francisco Grandmontagne uno de los grandes desconocidos de la Generación del 98.
Nació en la noche del 30 de septiembre de 1866 en la localidad burgalesa de Barbadillo de Herreros, de padre navarro y madre guipuzcoana, ambos vascoparlantes, su niñez transcurrió alrededor de la ferrería familiar. Con ocho años, muerto su padre, fue a Fuenterrabía, a casa de su tío materno, de quien recibió los primeros estudios y conservó agradables recuerdos. Con diecisiete años, en 1883, emigró a Buenos Aires en busca de fortuna. Del comercio y el ámbito rural argentino pasó, por vocación, al periodismo de la mano de Miguel Cané. Colaboró en La Nación, El País, Caras y caretas o El tiempo y se incorporó a La Prensa, de Buenos Aires, donde fue redactor-jefe y, en 1893, con el tipógrafo vizcaíno José Ramón de Uriarte, inició la redacción de La Vasconia: revista ilustrada. Su estreno literario se realizó, en 1896, con la obra Teodoro Foronda (Evoluciones de la sociedad argentina), novela basada en el antagonismo de culturas y considerada la primera de la emigración europea en América. A los dos años, publicó La Maldonada (Costumbres criollas), continuación de la anterior y, después, Vivos, tilingos y locos lindos (1901), ensayo sociológico, elogiado por Miguel de Unamuno.
Sus intereses literarios llegaban, también, al teatro. En 1902, entregado ya al periodismo, volvió a España como corresponsal de La Prensa. Al poco, se casó con Jerónima Echeverría y tuvo dos hijos. Además, impartió conferencias de asunto económico, algunas reunidas en El ultraproteccionismo (1908) e, incluso, abordó la forma de ser argentina en Crónicas de Marianela (1917). Fue presidente de la Asociación de Prensa de San Sebastián y, por su experiencia americana y su logrado lenguaje, se le homenajeó en Madrid. Ya viudo, escribió Paisajes de España. Galicia y Navarra (1922) y Los inmigrantes prósperos (1933), libro éste de descripción de los fenómenos sociales.
Relacionado con los personajes y temas de la Generación del 98, su pluma indagó la idiosincrasia de España y América y, en concreto, la de Argentina, como se ve en Páginas escogidas (1920-1935), obra póstuma de 1966.
