ADANERO: , "Cómo un hijo de hombre"...

, "Cómo un hijo de hombre"
Pero es más, es verdaderamente un hijo de hombre. Su padre se llamaba José y su madre María. Y lo suyo no es el poder de los reyes y gobernantes del mundo, ni el dominio, ni en su vida mortal ni nunca.
Tanto la primera como la segunda lectura sueñan con un triunfo espectacular, las nubes, los cielos, los relámpagos de poder, la humanidad postrada a sus pies.
Espectacular, pero insuficiente. Es demasiado humano, demasiado semejante al triunfo de un rey en la tierra.
Tendremos que recurrir para entender algo mejor que hoy nos propone la litúrgia.
Jesús no es un rey que triunfa como los reyes del mundo.
No tiene ejército, ni dinero, ni palacio, ni quiere someter a nadie...
Es el rey de la verdad, del amor, de la entrega, del servicio, de la fidelidad, de la pobreza, del perdón. Ninguna imagen regia, ningún trono, ninguna corona, ningún espectáculo triunfal, lo mires por donde lo mires, Le van bien a Jesús ni tampoco a su Reino.


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