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ROMANILLOS DE ATIENZA: He tenido un sueño...

He tenido un sueño
Que os quiero relatar
Es un sueño muy bonito
Pero un sueño nada más
Vivía yo en una isla
Lejos de cualquier lugar
Era una isla encantada
¿Lo podéis imaginar?
Allí éramos felices
Vivir y sin trabajar
La isla alimentaba
A todos y algunos más
¡Que bonita era la vida!
Se respiraba la paz
Nadie discutía con nadie
Todo era felicidad
Pero si que llegó el día
Que alguien vino a complicar
No solo la vida mía
También la de los demás
Allí llegaron avaros
Enfermos de voracidad
Para explotar al prójimo
Sin escrúpulos y faltos de humanidad
A mí esto no me gusta
Esto se ha de organizar
Que nadie haga lo que quiera
Hasta ahí podríamos llegar
Hemos de sentar las bases
Y que hemos de respetar
Para que la gente viva
Y que vivan los demás
Nombraremos un alcalde
¿Quién se quiere presentar?
Nadie que no se presento nadie
Eso ya era de esperar
Pues yo seré vuestro alcalde
¿Y quién me quiere ayudar?
Nadie salió voluntario
Pues os tendré que obligar
Pero no me tengáis miedo
Que no os va a pasar na
Necesito un ayudante
Para aguacil del lugar
También unos concejales
Formemos un tribunal
Para redactar las leyes
Que tendréis que respetar
Asi se fue complicando
La vida en aquel lugar
El alcalde y sus secuaces
Vaya vida que se dan
Ellos nunca pegan golpe
No van a recolectar
Que nos lo traigan a casa
Pregonan por el lugar
Mas no contentos con esto
Aún lo complican más
Ahora nos ponen un canon
Todos hemos de pagar
El canon lo guardan ellos
Y con él se quedaran
Pues de eso nada monada
La indignación va a saltar
Y si ellos cobran un sueldo
Lo cobremos los demás
El alcalde y sus secuaces
Llevan la mejor tajada
Y quieren que nos callemos
Y aquí no ha pasado nada
Pero eso nunca malditos
Decía la gente a gritos
El Amancio que es muy bruto
Hablo y muy resoluto
Hagamos una minuta
Para el que menos cobre
Y el que cobre doble que la doble
¿Todo el mundo está de acuerdo?
Pero nadie contesto
Y la minuta salió
No veas al otro día
Menuda la algarabía
El alcalde como es justo
Casi se muere del susto
Al ver en su mesa un plato
Que no se lo salta un gato
Con diez quilos de patatas
¿Para qué os quiero alpargatas?
Y los otros le siguieron
Y allí nunca más volvieron
Que tranquilos nos dejaron
Así volvió la armonía
Y el vivir cotidiano
Día a día
Yusepe.

H