Molina de Aragón se descubre andando, perdiéndose por su callejero poseído por las estrecheces de muchas casas antiguas con entramados de madera. Por esa judería vieja que se abraza con las antiguas murallas. Y, sobre todo, por la morería en la que se conserva un buen número de casas típicas molinesas que no han sucumbido al derrumbe.