Se encuentra en el
Valle de Aradóñiga, en el
camino de Valdeherreros, es una
cueva que en cuyo interior nace uno de los muchos manantiales que dan lugar al arroyo Aradóñiga. En el interior cae
agua del techo por medio de filtraciones, dando el efecto de la
lluvia. Hay una leyenda en torno a la cueva, que dice que:
Estuvo habitada por una mora muy bella, esta estaba enamorada de un hombre cristiano. Ella solía peinarse a la entrada de la
gruta, esperando a que el caballero pasase al lado y se fijase en ella. Pero el no se fijo, por lo que la mora lloraba desconsoladamente en el interior de la cueva, y esas lágrimas son las que todavía caen en el interior de la cueva.