Los 'peñajaras' no corrían en Pamplona desde 1998, cuando protagonizaron un encierro peligroso y con varios heridos.
Una persona ha sido trasladada al hospitalVirgen del Camino, con un traumatismo craneoencefálico leve y otro joven al Hospital de Navarra con un golpe en un ojo.
Los puestos de la Cruz Roja no tienen datos de ningún corneado ni de heridos graves por contusiones.
Cerca del vallado de la Telefónica y casi a la entrada del callejón se ha visto un par de cogidas feas, con los corredores arrollados de mala manera, pero sin graves consecuencias.
Pese a la aglomeración, había huecos para los corredores hábiles.
El pelo sardo (blanquecino con manchas) de dos de los 'peñajaras' ha podido confundir a algún coredor inexperto. Había huecos suficientes para que los mozos se metieran y protagonizaran carreras limpias y sostenidas, y así lo han hecho.
Esta gran recta ha sido el escenario de numerosas carreras espectaculares, como manda los cánones: la manada era un rosario formado por cabestro-toro-cabestro-toro, especialmente en la cabecera de la misma.
En el tramo de Mercaderes y en el Ayuntamiento se ha llegado a alcanzar una punta de velocidad increíble, hasta el inevitable parón que se produce habitualmente en la Estafeta.
Desde el tramo de Santo Domingo se han ido sucediendo las carreras precipitadas y las caídas espectaculares de mozos y de los propios toros de Peñajara.
Los astados no se han dado por aludidos y han tardado 17 segundos en decidirse a pisar el asfalto. Desde ese momento, se ha lanzado la carrera a una gran velocidad, con los cabestros reclamando un papel protagonista y uno de los tres toroscastaños buscando con ahínco la delantera.
La anécdota del encierro ha llegado nada más lanzarse el cohete que anunciaba el inicio de la carrera.
Los bueyes han acompañado e incluso dirigido la manada durante los dos minutos escasos que ha tardado en recorrer la distancia que separa los corrales de la plaza.
¡Qué velocidad y qué aguante tienen los cabestros los primeros días de los sanfermines!