Si echáis un vistazo a la página del pueblo que tenemos al lado (la Puebla), podréis comprobar cómo está también de caldeado el ambiente. ¡Coño, qué casualidad, en él está gobernando el p$oe también!. No sé vosotros pero yo creo que es fácil sacar una conclusión: el problema no está en el partido que gobierne sino en las personas que ocupan los cargos públicos, repito públicos. En el momento que un dirigente ya sea político, sindical, escolar o simplemente de una comunidad de vecinos, se deja llevar por sus intereses personales más que por el interés común, ha perdido toda credibilidad para llevar a cabo su cometido con seriedad e igualdad para todos los gobernados: en ese momento pierde el sentido que debe guiar sus acciones en el ayuntamiento, la comunidad o en el gobierno de la nación. Y entonces se convierte en un Bermejo cualquiera. Da igual que el que esté gobernando sea del PSOE, del pp o de cualquier partido menor. Y en los pueblos se nota más la diferencia en la manera de gobernar porque hay menos gente y los errores que se cometan tienen más trascendencia y notoriedad. Resumiendo, que según nos interese “llenar las arcas propias”, beneficiar a los de nuestra cuerda… o realizar infraestructuras, administrar bien los pocos fondos de que dispone el pueblo… pues así lo notará el pueblo. Después de esto lo único que le queda al ciudadano es votar y “botar” cada cuatro años a los que cada uno crea conveniente
