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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

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- ¡Madre mía! -Pensaba Paquillo-, cuando comprendió que aquel turbión le iba a tener en el pajar Dios sabe el tiempo si se quedaba allí hasta que "escampiase"; se acordó de la cara de Enanito Gruñón que solía poner su mujer, la Heriberta, cuando le cogía el mosqueo... ¡Pronto la iba a poder convencer él de que todo el tiempo que había durado la tormenta la había pasado en el pajar... ¡Anda que no la conocía bien! Seguro que tres semanas por lo menos, le iban a durar los morros... con el agravante que, cuando la Heriberta anda de morros, en la casa no se moja ni en las gachas... ¡Pues no es nadie la Heri- pensaba...

(Mañana la segunda tormenta)

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La segunda tormenta, o mejor dicho, tormentón, que tuvo que aguantar Paquillo, dió comienzo cuando, chorreando como un pollo, llegó a su casa haciéndose cargo ya de la que se le venía encima, pues sabía muy bien desde hacía tiempo, de qué pie cojeaba su Heriberta desde siempre.
Para no tener que llamar por la puerta principal de la casa, que se encontraba ubicada en una calle muy concurrida, utilizando el llamador y dar así tres cuartos al pregonero de la que se avecinaba, optó por dar un pequeño rodeo y entrar por la puerta del corral. Para eso sólo le bastó con meter la mano por el ventanillo de la portá y sacar el tarugo de madera donde se hallaba introducido para mayor comodidad de abrir y cerrar cuando volvían él y sus hijos de realizar sus tareas laborales en el campo...