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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Ja, ja, ja como me he reído y sigo haciéndolo ahora...

Ja, ja, ja como me he reído y sigo haciéndolo ahora que escribo esto, cuando dando una ojeada al foro de Belmonte he visto esto que escribí hace ya unos meses y que os dejo aquí para refrescar vuestra memoria y porque también debe estar escrito en el foro de Alconchel pués más de un alconchelero las habrá pelado así.

V.S. Y Zafra:


En mi pueblo, Vicente, las sardinas -salás- o arenques las íbamos a comprar a casa de Nebote o de Panchute ( José y Francisco)


Supongo que más o menos serían como las que se compraban en casa de Merete. Venían en unas -cubas- de madera.


De la base de la cuba salía la pared lateral que estaba formada por maderas rectangulares de unos cuatro cms de ancho por veinte de alto, unidas una junto a la otra por un aro de madera de color marrón, un poco más oscuro que la del lateral.


La cuba venía tapada, y cuando la abrían , y la ponían en la estantería con un poco de inclinación para que la clientela las pudiese ver mejor, se les veía a las sardinas unos ojillos que parecían pedir clemencia, sus lomos parecían de plata y, el olorcillo que desprendían parecía decir a la persona que las observaba: Si huelo bien, mejor sabré, pero antes de hincarme el diente, me habrás de pelar.


Yo no sé, cómo pelaríais vosotros las sardinas -salás-, pero yo las envolvía en un papel del semanal -La Mesta-, que recibía mi padre cada semana, y hablaba sobre agricultura y ganadería, entreabría una puerta y metía el envoltorio con la sardina dentro, en el hueco que quedaba entre la puerta y el marco; acto seguido cerraba la puerta, y ésto hacía que al quedar aprisionada la sardina, entre madera y madera, la piel, con escamas incluídas se desenganchase, resultando así, muchísimo más fácil la tarea de pelarlas. Mi madre me renegaba mucho si la aplastaba demasiado, y dejaba todo -emporcao- así que no me quedaba más remedio que -limpialo- porque si no después olía fatal.


Pues nada, Vicente, ya tienes aquí a alguien que te ha hablado de las sardinas y costumbres de los pueblos. Un beso para todos los belmonteños, especialmente para vosotros dos. Milagros.