Flores de primavera, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

(11 de Febrero de 2014)
Qué foto tan primaveral y qué bonitos recuerdos!
Myrsina y el príncipe se casaron, y por fin la muchacha obtuvo en vida todo lo que merecía: bienes, riqueza, dicha y felicidad. Por supuesto, no pudo olvidarse nunca de sus malvadas hermanas mayores quienes una vez más intentaron herirla. Pero, para esta ocasión, Myrsina no estaba sola, sino que contaba con las tropas de su príncipe para protegerla. Ella jamás volvería a sufrir, la vida padecida había quedado atrás para siempre.
La misma contemplación de la belleza de Myrsina maravilló al príncipe. No conocía a la joven, pero imaginó que podría averiguar quién era si miraba el grabado del sello que había puesto en su dedo. Cuando el príncipe retiró el anillo, Myrsina volvió de forma grácil a la vida ¿Cómo no podía enamorarse de aquel apuesto joven que la había salvado?
Tanto declaró su capricho que finalmente se lo entregaron, con una sola condición: que jamás lo abriese. Su promesa se mantuvo firme mientras la vida le sonreía al príncipe. Pero, un día, la mala suerte quiso que enfermase tan gravemente que el príncipe avistó la muerte. No quería expirar sin saber qué había en su interior. Así que lo abrió.
Algo de tiempo transcurrió, hasta que un príncipe, por vicisitudes del destino, arribó a la morada de los Meses, en busca de estancia. Siempre tan hospitalarios, lo acogieron, y le dieron el mejor de sus aposentos ¡Era la sala donde se halla el dorado cofre! Tan llamativo y preciado, el príncipe anheló poseer el baúl, y amablemente lo pidió a los Meses.