aquellos años... seguimos amigos, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

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Cuando los primeros comerciantes del Mediterráneo oriental llegaron a aquellas regiones, entre 1500 y 800 antes de Cristo, las últimas pinturas rupestres ya tenían unos nueve mil años de edad, y la técnica, el estilo y la inspiración que les dieron ser habían quedado sumidas en el olvido. Había pasado para siempre la primera y una de las más grandes épocas de la expresión artística.
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Nuestros antepasados aprendieron a cultivar el campo y a domesticar el ganado, y poco a poco fueron prescindiendo de los animales salvajes como fuente de sustento. Por tanto, el hombre ya no tuvo necesidad de hacerse propicios los espíritus de las cuevas, el cálido vientre en que tantos animales hibernaban...
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Cuando retrocedieron los hielos del último gran glaciar, unos diez mil años antes de nuestra era, desapareció de repente -según parece- el arte rupestre del paleolítico. La temperatura empezó a subir y los hombres primitivos salieron del cálido refugio que les ofrecían las cavernas para vivir en chozas de madera o a lo largo de los ríos y en las orillas de los lagos...
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Las expléndidas pinturas y grabados de ricocerontes y mamuts de Rouffgnac (Francia) están a casi dos kilómetros de profundidad en la caverna. Y en Font-de-Gaume (también en Francia) hay pinturas murales y grabados al final de un túnel tortuoso y tan estrecho que sólo puede contemplarlos un hombre lo bastante delgado para llegar hasta allí arrastrándose...
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Se supone que las cuevas, o por lo menos las partes cavernosas en que aparecen las representaciones, fueron santuarios en donde era difícil, cuando no peligroso, entrar. Además, los pintores llegaban frecuentemente a verdaderos extremos en su afán de dejar sus murales en sitios inaccesibles...