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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Rodillos para la era
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

La tercera noche se sentó en su banco y entristecido dijo: -Si pudiera tener miedo...
Cuando se hizo tarde, seis hombres muy altos entraron trayendo consigo un ataúd. Le dijeron al joven:
-Ja, ja, ja. Es mi primo, que murió hace unos días -y llamó con los nudillos en el ataúd- Sal, primo, sal.
Cogió las calaveras, las puso en el torno y las redondeó. -Así, -dijo- ahora rodarán mucho mejor.
-Hurra, -dijeron los hombres- ahora nos divertiremos.
Jugó con ellos y perdió algo de dinero, pero cuando dieron las doce todo desapareció de su vista. Se acostó y se quedó dormido. A la mañana siguiente el rey fue a ver cómo estaba: - ¿Cómo te ha ido esta vez? -le preguntó.
-He estado jugando a los bolos, -respondió- y he perdido un par de monedas.
-Entonces, ¿no has tenido miedo? -preguntó el rey.
- ¿Qué? -dijo-. Si me lo he pasado estupendamente. He hecho de todo menos saber lo que es tener miedo. ... (ver texto completo)
-Si tienes dinero, sí -respondieron ellos.
-Sí que lo tengo -respondió-. Pero vuestras bolas no son demasiado redondas.
-Eso no entraba en el trato, -dijo él- ese banco es mío.
El hombre intentó empujarle, pero el joven no lo permitió, así que lo echó con todas sus fuerzas y se sentó en su sitio.
Más hombres cayeron por la chimenea uno detrás de otro, cogieron nueve piernas humanas y dos calaveras y las dispusieron para jugar a los bolos. El joven también quería jugar: -Escuchadme, ¿Puedo jugar?
-Hey, -gritó el joven- falta la mitad. Con esto no es suficiente -entonces el alboroto comenzó de nuevo, se escucharon rugidos y gemidos y la otra mitad cayó también.
-Tranquilo, -dijo el joven- voy a avivarte el fuego.
Cuando había terminado y miró alrededor, las dos piezas se habían unido y un hombre espantoso estaba sentado en su sitio.
-No, -respondió- es inútil. Si alguien me lo pudiera explicar.
La segunda noche volvió al viejo castillo, se sentó junto al fuego y una vez más comenzó su cantinela: -Si pudiera tener miedo, si pudiera tener miedo...
A medianoche se escuchó alrededor un gran alboroto que parecía como si el castillo se viniera abajo. Al principio se escuchaba bajo, pero fue creciendo más y más. De repente todo quedó en silencio y al rato con un gran grito, medio hombre cayó por la chimenea justo delante de él.
El joven lo escuchó, se levantó, y dijo: -No es para tanto.
El rey estaba perplejo, pero muy feliz, y le preguntó cómo le había ido. -La verdad es que bastante bien -dijo-. Ya ha pasado una noche, las otras dos serán del mismo estilo.
Fue a ver al posadero, quien poniendo los ojos como platos dijo: -Nunca esperé volverte a ver con vida. ¿Ya has aprendido a tener miedo?
-Justo lo que necesitaba -dijo y se metió en ella. Justo cuando iba a cerrar los ojos la cama empezó a moverse por sí misma y le llevó por todo el castillo.
-Esto está muy bien, -dijo- pero ve más rápido -entonces la cama rodó como si seis caballos tiraran de ella, arriba y abajo, por umbrales y escaleras. Pero de repente giró sobre sí misma y cayó sobre él como una montaña. Lanzando al aire edredones y almohadas salió y dijo: -Hoy en día dejan conducir a cualquiera -luego se tumbó junto a su fuego ... (ver texto completo)
Fuera de aquí sabandijas -y comenzó a acuchillarlos. Algunos huyeron, mientras que los que mató los lanzó al foso. Entonces volvió y atizó las ascuas del fuego y entró en calor. Cuando terminó no podía mantener los ojos abiertos y le entró sueño. Miró a su alrededor y vio una enorme cama en un rincón.
-Después de veros los dedos, -dijo- se me han pasado las ganas de jugar a las cartas.
Luego los mató y los tiró fuera al agua. Pero cuando se había desecho de ellos e iba a sentarse junto al fuego, de cada agujero y esquina salieron gatos y perros negros con cadenas candentes, y siguieron saliendo hasta que no se pudo mover. Aullaban horriblemente, desparramaron el fuego y trataron de apagarlo. El joven los observó tranquilamente durante unos instantes, pero cuando se estaban pasando de la raya, ... (ver texto completo)
Los gatos sacaron las garras. - ¡Oh!, -dijo él- tenéis las uñas muy largas. Esperad que os las corto en un momento.
Entonces los cogió por el pescuezo los puso en la tabla para cortar y les ató las patas rápidamente.
Cuando dijo esto dos enormes gatos negros salieron dando un tremendo salto y se sentaron cada uno a un lado del joven. Los gatos lo observaban con mirada fiera y salvaje. Al poco, cuando entraron en calor, dijeron: -Camarada, juguemos a las cartas.
- ¿Por qué no? -contestó el chico-. Pero primero enseñadme vuestras zarpas.
Hacia medianoche estaba atizando el fuego, y mientras le soplaba, algo gritó de repente desde una esquina: -Miau, miau. Tenemos frío.
-Tontos, -respondió él- por qué os quejáis. Si tenéis frío venid a sentaros junto al fuego y calentaros.
El rey le observó y como el joven le agradaba le dijo: -Puedes pedir tres cosas para llevarlas contigo al castillo, pero han de ser tres objetos inanimados.
Entonces el chico contestó: -Pues quiero un fuego, un torno y una tabla para cortar con el cuchillo -el rey hizo llevar esas cosas al castillo durante el día. Cuando se acercaba la noche, el joven fue al castillo y encendió un brillante fuego en una de las salas, puso la tabla y el cuchillo a su lado y se sentó junto al torno. -Si pudiera tener ... (ver texto completo)
Cállate, -dijo la posadera- muchos entrometidos ya han perdido su vida, sería una pena y una lástima si unos ojos tan bonitos no volviesen a ver la luz del día.
Pero el muchacho dijo: -No importa lo difícil que sea, aprenderé. Es por eso que he viajado tan lejos -y no dejó en paz al posadero hasta que al final le contó que no lejos de allí se levantaba un castillo encantado donde cualquiera podría aprender con facilidad lo que era tener miedo, si podía permanecer allí durante tres noches. El rey ... (ver texto completo)


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