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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

La piscina ya está puesta
Foto enviada por cuenka

Gobolino asintió, y el propio capitán le llevó a tierra.

Los marineros despidieron al gato con grandes saludos, pero él no quería mirar atrás y ver como se alejaba el Mary Cruz dejándole en tierra.

Así que siguió adelante valientemente pensando para sus adentros: “No importa. Seguro que alguien ha de querer pronto al pequeño Gobolino”
-No me extraña que la bruja persiguiera al barco.

Todos miraban —-a Gobolino y nadie quería cogerle en brazos ni acariciarle.

El gato se sentó en cubierta, triste y solitario. Al mediodía, se acercó a hablarle el capitán.

-Oye, Gobolino -dijo afectuosamente-, me temo que tendremos que separarnos. Mis marineros se niegan a trabajar hasta que no te marches. Trae mala suerte llevar a bordo al gato de una bruja.
Con un rugido de ira, la bruja desapareció.

- ¡Traidor, traidor! -gritó, en el momento que el viento la engullía. De repente, se hizo sobre el mar una gran calma. El Mary Cruz estaba a salvo.

Los marineros no comprendían lo que pasaba y murmuraban cosas sobre Gobolino.

-No era una gaviota. ¡Era una bruja!

-Y él hablaba con ella. ¡Yo le oí!
... (ver texto completo)
- ¡Bueno, venga! -dijo la bruja-, prepárate para saltar a mi escoba cuando yo pase.

Justo cuando la luz empezaba a palidecer, cruzó la bruja por delante del sol. Su sombra se proyectó sobre la cubierta por un instante. Gobolino saltó, pero no a la escoba, sino encima de su sombra, gritando en voz muy alta ¡TONTERIAS! mientras caía.
- ¡Los gatos de las brujas saben nadar como focas! -replicó la bruja marina acercándose cada vez más al barco-. ¡Tírate al agua y nada! Cuando el barco se haya ido a pique te recogeré con mi escoba y te llevaré a casa.

- ¡Está tan lejos y es tan profundo! -sollozó Gobolino-. Tengo miedo. ¡Oh… me estoy cayendo!
- ¡Ama, oye, ama!, ¿no me conoces? Soy Gobolino, el gato de la bruja: no dejes que me ahogue en este horrible barco.

La bruja marina, al oírle, le contestó: - ¿Es eso cierto? ¿Qué estás haciendo a bordo del Mary Cruz?

-Me subieron los marineros. No me pude escapar.
Como el sol estaba cubierto por grandes nubes, la bruja marina no proyectaba sombra alguna. De repente, retrocedieron las nubes y el sol apareció en un trocito de cielo azul. Los marineros descubrieron a Gobolino allá arriba, sobre ellos, y escucharon su voz que resonaba más fuerte que la misma tempestad:
Nadie vio al gatito trepar por los cabos del barco hasta el nido de la corneja. Hubo de agarrarse bien fuerte. Las olas empapaban su piel y llenaban de agua sus ojos.
Un antiguo recuerdo asaltó a Gobolino. Recordó que, hacía mucho, mucho tiempo, estando en la cueva de la bruja, había escuchado las siguientes palabras: “Sólo hay una manera de deshacer el encantamiento de una bruja: se ha de saltar sobre su sombra y gritar ¡TONTERIAS!”.
Al amanecer la tormenta continuaba. Pero entonces Gobolino escuchó un sonido nuevo. Era la voz de la bruja marina que entonaba esta canción:

Por fin el Mary Cruz al fondo se hundirá, de su tripulación nadie se salvará, pues ningún marinero de cuantos lleva dentro sabría deshacer mi viejo encantamiento.
Al caer la noche arreció la tormenta y las olas se hicieron tan altas como montañas. El Mary Cruz navegaba a bandazos, el viento aullaba y crujían los maderos. Las olas se estrellaban sobre la cubierta. Por dos veces Gobolino estuvo a punto de caer por la borda, arrastrado por el agua.

Entrada ya la noche la tormenta se recrudeció. “ ¿Es que no se va a acabar nunca?”, pensó Gobolino mientras rodaba de un lado para otro.
Navegaron por océanos llenos de sol, por islas maravillosas y arrecifes de coral. Pero una mañana, el viento encrespó las aguas y la sombra de una bruja marina se proyectó sobre el barco. Los marineros la vieron volando allá, arriba, pero creyeron que era una gaviota.
- ¡Bien hecho! -dijo alguien tras él. Era la voz de un joven marinero que le miraba con una sonrisa amistosa.

-En mi barco, el Mary Cruz, hay muchos ratones, y no tenemos ningún gato. ¿Te gustaría venir con nosotros para atraparlos?

“ ¡Por fin!, aquí hay alguien que me necesita”, pensó. Y contestó al marinero.

-Seguro que me gustará el mar. ¡Gobolino, el gato del barco!
Al llegar al muelle, se sentó al sol y no se cansaba de mirar los barcos, las gaviotas y los marineros. Súbitamente, de entre un montón de cuerdas salió un ratón. Gobolino lo cazó de un solo zarpazo.
A Gobolino no le dio ninguna pena verlos marchar. En verdad, no le había gustado nada ser un gato de

exposición, y eso de vivir en una jaula le parecía muy aburrido. “Estoy seguro de que, en alguna parte, hay un hogar donde me querrán”, pensó.

Dejando atrás la ciudad, Gobolino corrió hacia el sur en dirección al mar. Pasó por ciudades y villas, por cabañas y por granjas. Pero en ninguna parte le recibieron bien. Así pues, su corazón dio un brinco cuando divisó el mar, con sus reflejos de plata, ... (ver texto completo)


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