TORRENUEVA: CUANDO EN TORRENUEVA HABÍA MULAS (26-02-09)...

CUANDO EN TORRENUEVA HABÍA MULAS (26-02-09)

El domingo de carnaval por la mañana le abro la portada del corral al Moreno el Esquilador (con todos mis respetos), padre de Teodoro. Lleva un portante con todos los utensilios de su oficio. Le pregunto que como se llama eso y me dice que es la herramental.

Sacamos las dos mulas de mi padre. La mula es muy noble, el mulo es más arrisco. A este último lo ato a la manilla que hay debajo de la piquera del pajar. La mula se deja esquilar. El Moreno le hace una obra de arte en los cuartos traseros. ¡Qué perfección de líneas, con esas tijeras tan características! Sin duda es un gran profesional.
De pronto nos damos cuenta que el mulo se estaba comiendo el escobón de barrer el corral ¡Mulo! Este suelta el escobón, pero no para ahora de manear y golpear con las herraduras el empedrado del corral. Por fin le toca el esquileo. Pero el esquilador tiene que ponerle el acial en la boca para que se esté quieto y no muerda. Le hace otro dibujo en los jamones y tanto me asombra esa limpieza y habilidad que no me queda otra alternativa que comprobar con mis dedos el contorno del dibujo.

El martes de carnaval, a media mañana veo a mi padre dándole grasa al cabezón, cincha de la barriguera y ramal. Me dice que cepille a los animales, mientras él recoge las crines de la cola de las mulas y les pone unas cintas con los colores nacionales y que llevan unos cascabelillos insertados. Creo que les llama baticolas. Les echa una manta de cuadros a cada animal, con las iniciales de mi padre y que bordara mi madre con todo su cariño. Las mismas iniciales lleva el cabezón, pero esta vez son tachueladas. A la limpieza y engrase de los aparejos se suma el brillo de cascabeles y campanillas. Un buen rato con Sidol y un trapo, han hecho que los pretales brillen como si estuviesen flamantes. Las mulas están de Gala.

Se acerca la hora de ir a la Bandera y mi padre nos dá el pié a uno de mis hermanos y a mí. Tras las consabidas advertencias (cuidado con las aceras, no pegarle a los animales, no ir los primeros, pero tampoco los últimos, etc) nos abre la portada y dándole con la mano en el jamón a la mula, salimos al trote hacia la casa del abanderado. ¡Qué orgulloso se queda mi padre viéndonos salir! ¡No cabe en la calle!

Después de un par de vueltas en las que las mulas han lucido sendos buñuelos en las orejas, subo a mi novia a la grupa. Vamos a pasar por su calle y diviso a lo lejos a sus padres y hermanos que están en la puerta. Mi novia dice que se baja, pero yo no lo consiento, al contrario, le doy un correazo a la mula y esta da un corcovo y sale corriendo y paso por delante de su familia ufano y estirado ¡Vayan a creer que va un saco de patatas encima de la mula! Es cierto, me hice el chulo, pero tenía 19 años y una novia muy guapa.

Le dedico este escrito a mi padre y a mi suegro (fallecido); dos grandes personas, gañanes y campesinos de antaño.