Séptima
.- Manipular el jarrillo como Dios manda. Poca gente de entendimiento estaría en desacuerdo si afirmásemos que en la mayoría de las acciones que acaecen torcidamente tiene buena parte de culpa la indecisión. Beber agua agria con su tradicional jarrillo no constituye excepción a esta norma. Hemos observado que el bebedor primerizo o escasamente avezado tiene tendencia a ir inclinando el jarrillo lentamente hasta conseguir que salga el chorro por el pitorrillo. Comenten un lamentable error,
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Octava.
- No ocultar los síntomas fisiológicos placenteros. El
agua agria, debido a su composición carbónica, puede estimular el eructo o regüeldo. Si así sucediera, el visitante no debe considerar contrario al decoro poner manifiesto semejante expansión del organismo, eso sí, sin caer en exageraciones que a nada conducen. Un eructito seguido de la disculpa: perdón, será visto con simpatía por los circundantes.