Pepe, tengo que confesarte que yo, antes que árbitro, también fui padre "entendido" cuando jugaba mi hijo, hasta que una chico joven que los entrenaba me sacó los colores y me dijo "si sabes tanto, baja al banquillo y los entrenas tú". A partir de ahí, punto en boca. Luego mi hijo dejó de jugar y empezó a pitar y detrás que fui yo. Ya llevo seis años, y me viene muy bien para hacer algo de ejercicio y, por qué no decirlo, sacarme unos dinerillos para mis caprichos.
Un abrazo.
Un abrazo.