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EL HOYO: ¡Pero que desagradecidos sois! El Amo acondicionando...

¡Pero que desagradecidos sois! El Amo acondicionando “de gratis” el Camino de Andalucía, haciéndole una buena cuneta para que las aguas no lo destrocen y decís que ha hecho una zanja, y a mala leche, llamáis al Alcalde y al Seprona. ¿Veis como no se puede ser bueno?

Ahora un poco más en serio, a A. B. C., gracias por las fotos del camino.

A Kobra, decirte que no me atrevería a pronunciarme con rigor técnico sobre un asunto que sólo conozco someramente. Lo siento.

En cualquier caso, me temo que la lucha será muy, muy larga. Rivas (a quien no tengo el gusto de conocer personalmente) tiene dinero y, -justo es reconocerlo- un gran coraje defendiendo sus intereses.

Es un luchador en una “causa perdida” (creo que no tiene razón, el camino existe mucho antes que el pusiera los pies en la Tierra, y eso, al final, acabará reconociéndose). Sin embargo “morirá con las botas puestas”.

El Ayuntamiento tiene a su favor el tiempo. La Administración es lenta, pero si pone interés, aunque tarde, se suele salir con la suya. Y aquí, insisto, creo que tiene razón.

Cosa distinta es, cual sea la estrategia más adecuada para defender los intereses de los ciudadanos a corto plazo.

Porque lo que está claro es que por el momento, con razón o sin ella, Rivas se va saliendo con la suya. Él tiene interés en que nadie ajeno a sus intereses utilice el Camino y pone su empeño en dificultar, con todo tipo de triquiñuelas y artimañas ese uso pacífico: carteles, confusión jurídica de la situación, confusión real del trazado del camino, guardas intimidatorios que cortan el paso a los que se atreven a poner los pies por allí, engañan e incluso amenazan, destrozo del camino para hacer materialmente imposible su uso, recursos y pleitos contra cualquier acto de la Administración que pueda afectar a la situación de la que viene disfrutando, etc…

¿Cómo luchar contra todo eso?

En mi opinión, con sus mismas armas y en todos los frentes. La Administración aplicando la Ley y restableciendo el Orden con la máxima celeridad posible, empleando para ellos todos los recursos a su alcance, incluidos los económicos, tan escasos en estos momentos. Si el Ayuntamiento quiere, puede. Y si el Alcalde emplea el mismo coraje que su “enemigo” (! con la mitad de h... que tuviera ¡), rápido estaría solucionado.

Los ciudadanos, instando y exigiendo a la Administración que restablezca e imponga la Ley de forma inmediata. Apoyando a los políticos en las decisiones que tomen –siempre que no se aparten del mandato y defiendan los intereses del pueblo-. Y como no, luchando individualmente por su derecho al uso del Camino. ¿De qué forma? Utilizando ese camino e invitando a los demás a que lo hagan. Divulgando su existencia y las auténticas maravillas del paisaje por donde discurre. Advirtiendo e informando a todos, lugareños y forasteros, de su situación. Reivindicando públicamente su utilización. Convirtiéndolo en un espacio más para su recreo y disfrute: organización de pruebas deportivas por su trazado, marchas ciudadanas y fiestas reivindicativas (una jornada de arreglo del camino, rematada con unas migas y vino para los voluntarios... ¿se nota que soy del Tamaral?), excursiones guiadas, etc… Que todos –incluido el convecino Sr. Rivas y sus guardas- veamos como algo normal, habitual, y muy frecuente, el tránsito por allí. Al principio le costará –pobre, toda la vida imponiendo su ley- pero al final –y tras los seguros estallidos de ira- se acostumbrará y lo acabará viendo como lo que es: algo normal.

¿Os suena el caso de “La Venta de la Inés” (en T. M. de Almodóvar del Campo)? Tiene bastantes similitudes con este y muchas enseñanzas.

Lo que tengo claro es que el propietario de las fincas colindantes al Camino de Andalucía no quiere que los ciudadanos usen su derecho a transitar libremente por el mismo, y contra eso, el refranero dio su receta: “al que no quiera caldo, ¡dos tazas llenas!”.