Para mi amiga Esther Garcia
Desde la pasión de los poetas
Y desde San Pedro de Mérida.
Con arranque, amistad y calor
De las montañas de Cantabria.
GALANTEO MORISCO
Del pueblo sale la mora,
de Coria la bien sabida.
Íbase hacía urbe grande,
do madre y padre tenía.
Errado lleva el sendero,
errada lleva la vía.
Arrimase a un viejo roble
por esperar compañía.
Vio llegar a un caballero
que a la Villa lleva guía.
La moza desque lo vido,
désta suerte le decía.
Si le place caballero,
llévesme en su compañía.
Pláceme, dijo, zagala…
Pláceme, dijo, por vida.
Apeóse el figlio de algo,
para hacelle cortesía.
Puso a la mora en el anca
y subiérase a la silla.
Entre medio del sendero
de afectos la requería.
La mora desque le oyera,
díjole con osadía.
Tate calmo figlio de algo,
no fagaís tal villanía.
Soy la figlia de un morisco,
con muy grave malatía.
El huomo que me palpase,
malato se tornaría.
Con temor el caballero
palabras no respondía,
Y á porta de la gran urbe,
la mora ya sonreía.
¿De qué reís mí zagala?
¿De qué reís prenda mía?
Me rio del figlio de algo
y de su gran cobardía.
¡Tener una mora en ejido
y acatarla cortesía!
Con ardor el filio de algo
estas palabras decía.
¡Retornemos al sendero
que esa labor me fascina!.
La moza muy reservada
díjole que no volvía.
Ni nadie aunque volviese
a su entidad palparía.
Soy figlia de los plateros
y extrema en orfebrerías,
Al huomo que la palpase
barrumbadas costaría.
La morisca joven sigue
hasta jurarse en aljama.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés.
El Hombre de la Rosa
8 de marzo del 2011
Desde la pasión de los poetas
Y desde San Pedro de Mérida.
Con arranque, amistad y calor
De las montañas de Cantabria.
GALANTEO MORISCO
Del pueblo sale la mora,
de Coria la bien sabida.
Íbase hacía urbe grande,
do madre y padre tenía.
Errado lleva el sendero,
errada lleva la vía.
Arrimase a un viejo roble
por esperar compañía.
Vio llegar a un caballero
que a la Villa lleva guía.
La moza desque lo vido,
désta suerte le decía.
Si le place caballero,
llévesme en su compañía.
Pláceme, dijo, zagala…
Pláceme, dijo, por vida.
Apeóse el figlio de algo,
para hacelle cortesía.
Puso a la mora en el anca
y subiérase a la silla.
Entre medio del sendero
de afectos la requería.
La mora desque le oyera,
díjole con osadía.
Tate calmo figlio de algo,
no fagaís tal villanía.
Soy la figlia de un morisco,
con muy grave malatía.
El huomo que me palpase,
malato se tornaría.
Con temor el caballero
palabras no respondía,
Y á porta de la gran urbe,
la mora ya sonreía.
¿De qué reís mí zagala?
¿De qué reís prenda mía?
Me rio del figlio de algo
y de su gran cobardía.
¡Tener una mora en ejido
y acatarla cortesía!
Con ardor el filio de algo
estas palabras decía.
¡Retornemos al sendero
que esa labor me fascina!.
La moza muy reservada
díjole que no volvía.
Ni nadie aunque volviese
a su entidad palparía.
Soy figlia de los plateros
y extrema en orfebrerías,
Al huomo que la palpase
barrumbadas costaría.
La morisca joven sigue
hasta jurarse en aljama.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés.
El Hombre de la Rosa
8 de marzo del 2011
