Apenas despuntó el día y desde su atalaya natural de Monte Castillo, majestuosamente se dejó caer, para aprovechando una corriente térmica, ganar altura y en planeo magnifico sobrevoló Socastillo, dejando su vista correr por la cinta de plata que atravesando Sobremazas conduce por San Vitores a Pámanes.
Se reflejaron los primeros rayos de sol en las aguas del Miera y la reina de los aires cerró sus ojos para ver con los de sus ancestros y vio: la vigilante Torre de Cudeyo, las mazas salvajes, con sus cepas repletas de frutos, escuchó campanas y cantos que venían de la Ermita de San Esteban, dominante sobre las mazas, también vio la Calzada Romana, sembrada de carreteras tiradas por constantes bueyes en transito, de Turría hacia los Cuetos, cantaron a sus oídos las glorias de los moradores de la Casa Palacio que domina uno de ellos, a su encuentro fueron vivencias de la tierra, el viento trajo: escritos de poetas como Camporredondo, Durante y Portilla, golpes de maza, labrando la piedra y tallando la madera por manos de artistas escultores, los Sobremazas; escuchó: mandatos, sentencias rezos y ordenes de sus magistrados, procuradores, militares y sacerdotes.
Volvió a su ser, ganó la altura de Cabarga y en prodigioso picado descendió para besar las aguas del Cubón que dejó, para ir a pasar su majestad en el ancestral castaño de Rioz testigo de 800 años de historia y allí descansó.
Se reflejaron los primeros rayos de sol en las aguas del Miera y la reina de los aires cerró sus ojos para ver con los de sus ancestros y vio: la vigilante Torre de Cudeyo, las mazas salvajes, con sus cepas repletas de frutos, escuchó campanas y cantos que venían de la Ermita de San Esteban, dominante sobre las mazas, también vio la Calzada Romana, sembrada de carreteras tiradas por constantes bueyes en transito, de Turría hacia los Cuetos, cantaron a sus oídos las glorias de los moradores de la Casa Palacio que domina uno de ellos, a su encuentro fueron vivencias de la tierra, el viento trajo: escritos de poetas como Camporredondo, Durante y Portilla, golpes de maza, labrando la piedra y tallando la madera por manos de artistas escultores, los Sobremazas; escuchó: mandatos, sentencias rezos y ordenes de sus magistrados, procuradores, militares y sacerdotes.
Volvió a su ser, ganó la altura de Cabarga y en prodigioso picado descendió para besar las aguas del Cubón que dejó, para ir a pasar su majestad en el ancestral castaño de Rioz testigo de 800 años de historia y allí descansó.
