Santillana del Mar, con su aspecto de antigua decoración de
teatro, hecha para que delante se reciten décimas sin parar, nos mueve a buscar una compensación en la
cueva de Altamira. El
arte tradicional nos pesa mucho; lo hemos mirado tanto que es muy difícil esperar de él ninguna repercusión egregia sobre nuestros nervios. ¡Arte
románico,
gótico, renacimiento! Nuestras reacciones ante ellos se han hecho tan habituales que casi son ya movimientos
reflejos. Sabemos de antemano el disco que va a rodar
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