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LUEY: Majestuosa, con más impresión de solidez que de esbeltez,...

Majestuosa, con más impresión de solidez que de esbeltez, está levantada en el ángulo que da a la plaza. La combinación de piedra y ladrillo de los dos cuerpos superiores, dan al conjunto aire de elegancia. Una basa y tres cuerpos coronados en su exterior por una sencilla cruz griega de hierro. La altura del primer cuerpo termina a ras del piso del coro, y está destinado a salita para actividades parroquiales. El segundo cuerpo tiene en su interior dos niveles aprovechables para almacenar, pero fundamentalmente es zona de escalera (deterioradísima), para seguir subiendo. El tercer cuerpo (en estado deplorable y hasta peligroso en su carpintería) tiene cuatro ventanas orientadas a los cuatro puntos cardinales, es el que contiene las dos campanas, que en un tiempo no muy lejano permitían ser volteadas. Esta última zona está a merced de algunas aves nocturnas, con efectos lamentables.
¡Las campanas! ¡Qué ilusión en los días solemnes, especialmente el día del patrón, San Lorenzo, el Domingo de Pascua, etc.! Los jóvenes subían corriendo para hacer alarde de sus capacidades campaneras. Las vibraciones ensordecedoras obligaban a gritar o a guardar silencio mientras se contemplaba el paisaje cercano y lejano. Pero siempre gustaba gritar a los pasantes para mostrarles el estruendo que se estaba experimentando. La gente menuda contemplaba con cierta admiración a aquellos forzudos jóvenes que jugaban con el bronce con más ligereza que las mujeres hacían encaje de bolillos. Había un diálogo de gestos y miradas entre los jóvenes de la torre y las diminutas figuras de personas que allá abajo, en la plaza y en las calles terminaban sus preparativos para acudir a la Misa Solemne. La torre era verdadera atalaya de varios pueblos próximos.
¿Qué sería del pueblo sin la iglesia, sin la torre, sin ese edificio emblemático y destacado por encima de los tejados comunes? Se sabe que en algún pueblo, en el descontrol del inicio de la pasada guerra “incivil”, algunos se propusieron regalar a las llamas tal monumento para convertirlo en cenizas, y fueron precisamente los mismos correligionarios los que se hicieron fuertes para impedirlo. La iglesia, como recordé anteriormente, no sólo tiene un valor religioso, aunque sea éste el principal, sino arquitectónico en el conjunto de la población. Pueblo sin iglesia, pasa a ser aldea sin importancia.