OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

LUEY: Es bonito intercambiar experiencias de uno y otro pueblo,...

Es bonito intercambiar experiencias de uno y otro pueblo, de una y otra celebración, de diferentes ambientes, como lo que nos presentan Leopoldo y Blanca. Compartimos muchas cosas en común, y si embargo mantenemos las peculiaridades que nos caracterizan y distinguen. Algo así como los rostros de las personas que, aunque formados con los mismos elementos, todos son diferentes. Me agrada la experiencia que has puesto, Leopoldo, de la Misa en la que participas actualmente. Seguro que lo que dice Blanca es la imagen que tiene en su retina de cuando correteaba por Celis siendo niña.
Empalmando con nuestro tema precedente, decíamos que no es fácil, entrar por la puerta de la iglesia y tomar conciencia de que allí nos espera otro ambiente, rico de expresiones de fe. Es difícil sólo porque no estamos muy acostumbrados. Por ejemplo, ¿Qué os parece, cuando entramos en la iglesia y desde la puerta vamos poniendo la mirada en el banco que vamos a ocupar, si junto a esta o aquella persona, si cerca o lejos de la puerta, etc. En este caso hemos pasado por alto que nuestra primera mirada debía estar reservada para el Señor que mora en el sagrario. La genuflexión o inclinación profunda de cabeza hacia Él es un magnífico acto de fe y de toma de conciencia de que ya hemos dejado la calle y hemos entrado en la casa del Señor: nuestro Hermano, nuestro Amigo, nuestro Dios.
Recuerdo que siendo niño, nos poníamos en los primeros bancos. Allí, en un banco de un par de metros, nos metíamos tropecientos niños, y siempre cabía un amiguito más a base de hacerle hueco y empujar hasta que quedaba desplazado en el extremo y caía al suelo con la consiguiente pelea y discusión que requería la intervención de la ‘señá’ María para hacernos entrar en razón. (continuará).