No obstante a finales del siglo xix los altos costes de producción y los problemas para colocar la producción en el
mercado hicieron a la industria entrar en una crisis que se agravó cuando a principios del siglo xx los proyectos de construcción del
embalse del Ebro incluyeron entre las zonas previsibles de ser anegadas, gran parte de las
minas y de las zonas de extracción. En torno a 1913 las industrias procedieron a su cierre, mientras que las minas de lignito lo hicieron en 1934.