Gracias Juan Carlos por ésta foto que me recuerda a la gran familia de Pito el Panaderu. Éramos vecinos, tan vecinos que la que tu mencionas Sra. Concha es mi madre y qué buena sorpresa me ha causado verla en ésta foto tuya. Pito el Panaderu, un menuducu y gran hombre, trabajador infatigable, cumplidor en sus tareas, todos los días del año, ya podían caer chuzos (nunca estaba enfermo, o si lo estaba, el seguía con su tarea), que siempre cumplía para el pueblo con su hornada de pan diario. Como ese pan jamás lo he vuelto a probar, ese sabor, esa ternura entre las manos y ese olor de pan candeau recién salido de la composición de aquellas manos de Pito y de aquel horno que emanaba un olor de autentica delicia. Pasar por su casa en aquellos inviernos crudos era como traspasar la magia a un micro espacio donde todo cambiaba. Su mujer Luisa era buena amiga de mi madre Concha y como vecinas siempre se han llevado muy bien. El que está sentado, yo le recuerdo como Manolin y creo que era el menor de los hijos de Pito y Luisa, a su mujer no la conozco. La foto me recuerda a los vecinos que vivían en esa hilera de casas de la Canal donde siempre se apoyaban unos a otros con una generosidad que hoy no la conozco. Recuerdo que estaba la casa de Pito y Luisa a Continuación la casa de Pili, de la que ya he comentado de su hija Mari, seguida de la casa de Mariquina y Claudio, otros nobles vecinos donde yo jugaba con uno de sus hijos que se llama Félix, una gran tipo y que era de mi edad, un pedazo de pan. Luego estaba otra casa, creo que vivían en Bilbao y solo la ocupaban temporalmente, después se cruza una callejuca empinada y a continuación estaba la cuadra de Currina, seguida de la casa de Manolo y Sabel, otros vecinos con los que siempre estaré en deuda. Nos invitaban a mi madre y a mí a la matanza del chon y en las Navidades que estábamos solos mi madre y yo, porque el resto de los seis hermanos estaban esparcidos por distintos lugares, pues Sabel y Manolo nos invitaban a su casa a cenar con su familia. Por eso para mí las Navidades no me producen mucha alegría, porque de niño me marcaron bastante al encontrarme sólo con mi madre, cuando las familias se juntaban para celebrarlo con alegría y con buena comida, era algo que un crio como yo no entendía el por qué teníamos que estar tan solos mi madre y yo esas noches de alegría familiar donde todos se juntaban y nuestra familia estaba separada, de ahí mi eterno agradecimiento a Sabel que con su sensibilidad nos mitigaba esa soledad, ¡joer! Sabel, cuanto me acuerdo de aquellas noches con vosotros, si lo supieras..... Por cierto, recuerdo que en casa de Sabel probé el anís por primera vez y me supo a gloria, que gente Dios, impagable el recuerdo que me ha producido ésta foto. Mil gracias Juan Carlos, imagino que eres familia por el apellido Lobeto y por la posesión de ésta joya. Gracias que aunque no te conozco, con la presentación de ésta foto, cuentas con toda confianza entre nosotros.
