La tartana es un carruaje con suspensión de muelles de ballesta, cubierta de lona, freno de mano a rosca con volante y siempre se accedía por la culata (parte trasera).
Las tartanas de lujo iban cerradas, con vidrios, y cubiertas con una tela rígida que posiblemente era el "cartón-piedra".
La tartana era el "coche o automóvil" de entonces, mientras que el carro era "el camión": la misma caballería podía tirar del carro para el transporte pesado y también de la tartana para desplazamientos rápidos, como ir a misa los domingos o ir a la capital comarcal para trámites burocráticos, por ejemplo.
La tartana era típica de Cataluña y Valencia, pero mi familia hablaba de una tartana que tenía en Melilla, ciudad española en el norte de África, que Dios sabe cómo llegó allí.