En un día gris y que incluso llegó a orbayar, tuve la suerte de encontrarme este
cielo azul, durante un par de horas escasas.
Es que no me lo podía creer: hacer
fotos en la Pola con un cielo azúl diáfano, donde se recorta la silueta de la
iglesia, con una nitidez impresionante.
Los grandes cedros, exageradamente enormes; han ido creciendo con una generación de lavianenses, igual que los ya caidos pláganos de la Avenida. El suelo donde están plantados es lo más fértil de la vega de Laviana; pues les pasa el
río San Julián a lado mismo y el terreno es de lo mejor (antiguas
huertas)