El
Paseo de los álamos, borde domesticado del
Parque, sufrió no pocas transformaciones en sus pocos más de cien años de vida. Lugar de afluencia masiva de los ovetenses, que allí acudían de buen grado ante cualquier convocatoria. Fue solar del primer
cine de
Oviedo, el Fandiño, un
edificio con estilo de pagoda en el que se proyectaban películas mudas, animadas por un piano y comentadas a golpe de puntero por Antón de la Madre, personaje popular de la ciudad, que invitaba a entrar con su permanente
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