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CORNELLANA: UNA NOTICIA MAS DE LA GENTE FAMOSA DE CORNELLANA Rubén...

UNA NOTICIA MAS DE LA GENTE FAMOSA DE CORNELLANA
Rubén Darío Velázquez. Cornellana (Asturias), 1934
La personalidad de Rubén Darío Velázquez se forjó en la dura realidad de la posguerra, lo que no impidió que se manifestara su capacidad natural para la creación artística, aún teniendo que superar vicisitudes físicas y personales hasta llegar a la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, y a su posterior incorporación al ejercicio de la docencia.
En el plano artístico, el pintor ha mantenido una intensa ligazón mental y afectiva con Asturias, que queda plasmada en la clara influencia sobre la temática de su primera obra, así como en la sutil ironía y humor que subyace en todo su trabajo como rasgo típico del carácter de los asturianos. Su trayectoria muestra una importante evolución en la concepción plástica: partiendo de una figuración cercana al hiperrealismo, su obra ha desembocado en una abstracción de matices expresionistas, resolviendo siempre con peculiar maestría de composiciones, luz y color.
La exposición actual repasa los trabajos más significativos de la última década, ya de lleno en la abstracción, lo que constituye la clave más importante de la muestra, pues a Rubén Darío Velázquez siempre se le relacionó con la figuración, aunque ésta se presentara distorsionada. Con esta exposición el público se encuentra con un artista muy apreciado y seguido en Asturias, en un momento de su carrera en el que una explosión de color, y una sabia composición, se plasma en obras de gran belleza plástica y armoniosas formas, con plena madurez artística y person
RUBéN SUáREZ

Necesitaba Rubén Darío Velázquez (Cornellana, 1934) una exposición como ésta para dar a conocer a los aficionados asturianos al arte, en profundidad y con la necesaria amplitud, una dimensión de pintura que es la por él más intensamente sentida, también la más ambiciosa y, hasta ahora, la más desconocida: «No fui a la abstracción. Ella vino a mí como una necesidad física y mental en el sentido de actuar con toda libertad», declaró el propio pintor. Pero hay que decir como prueba de la coherencia que ha determinado el desarrollo de su evolución artística, que para cuando esa necesidad le vino, y con ella la libertad de superar los límites de la estructura de sus composiciones, ya hacía tiempo que en ellas la abstracción se encontraba latente. ésa es quizá la lectura de mayor interés que se pueda hacer de la presente exposición en el Revillagigedo: comprobar cómo color, ámbito espacial, formas y estructura compositiva permanecen en los mismos valores que en su pintura figurativa tradicional, aún cuando las relaciones entre los distintos elementos plásticos hayan dejado de ser una representación de la realidad objetiva.

La obra figurativa de Rubén Darío Velázquez, que actualmente reside en Móstoles después de haberlo hecho largo tiempo en Las Palmas, es bien conocida en Asturias porque ha venido celebrando periódicamente exposiciones en galerías de Oviedo y Gijón. Son muchos los que tendrán en la memoria su personal manera pictórica, y sobre todo el protagonismo de la singularidad de su color, luminoso, vibrante y con gran variedad de registros armoniosamente conciliados; recordarán también las peculiares figuraciones, personajes, paisajes o bodegones, a menudo unidos en pinturas con influencias expresionistas, surreales y sobre todo poscubistas, en la línea de su admiración por el maestro Vázquez Díaz y en escenas subrayadas por connotaciones que podrían ir de la ironía o el franco sarcasmo a la ternura.

En ese mundo claramente figurativo algunos críticos adivinaron ya la intención plástica por encima de lo narrativo o el germen de la abstracción antes de que se manifestara. Uno de ellos fue el gran poeta ovetense Antonio Gamoneda, también excelente analista del arte, que escribió en 1978 con motivo de una exposición de Rubén en León: «écada forma establece, simultáneamente, un diálogo con la más próxima y con el sentido de la composición global. Del mismo modo que en una pieza poemática, cada contenido fonético, cada palabra, tiene un valor y una función respecto al poema entero, cada elemento plástico se articula en una armonización que corresponde a la unidad amplia de la obra. Me extiendo sobre esta particularidad porque me parece sustantiva y porque me certifica que este pintor no hace descansar el atractivo de su trabajo en el indudable gracejo de sus relatos sino en la entidad y consistencia del hecho pictural». Y en una crítica publicada en Las Palmas en 1978 se apunta aún más directamente y después de adscribir su obra a la neofiguración: «épodría afirmarse (sin embargo) que la casi totalidad de la obra de Rubén Darío es una pintura abstracta sobre cuya materia el autor se ha permitido trazar unos esquemas figurativos, tal es la riqueza y ductilidad de esa pintura en la que el color excede totalmente la equivalencia de los valores locales».

Es precisamente el hecho de que la narratividad, la anécdota de la figuración sea antes que eso estructura sostenedora de lo puramente pictórico y que el color, la articulación global de la composición y las relaciones de forma constituyan el mismo tejido plástico para la figuración que para la abstracción, lo que como antes se dice constituye la principal enseñanza de la presente exposición, significativamente titulada «Anatomía de una abstracción». La obra que ahora podemos ver era prácticamente desconocida para los aficionados, a pesar de puntuales presencias en alguna muestra colectiva, obra de gran solidez compositiva, rica en invenciones de forma y con el magicismo colorista propio de Rubén Darío Velázquez y en definitiva espectacularmente atractiva. Es verdad que el pint
Or de Cornellana necesitaba, y merecía, una exposición como ésta.
R.DEL ROSAL (CANCUN) ASTURIAS.