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CORNELLANA: MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA En el lugar...

MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA

En el lugar en que se asienta el antiguo monasterio de San Salvador existió posiblemente desde la época romana, una villa rústica, que su poseedor, Cornelius, con el cual es citada en documento asturianos del año 897. Dicha villa, en las postrimerías del siglo XI, estaba en poder del infante Ordoño, hijo de Ramiro III, que murió ciego hacia el año 1020. La viuda hizo voto de consagrarse para servir a Dios construyendo una iglesia en el mismo lugar de Cornellana, bajo la advocación de San Salvador, a la cual se retiró en unión de su servidora la monja Animia.

La iglesia se erigió en monasterio, por documento de 1024, con una dotación fundacional pobre, pero con tierras y ganado. El motivo real del voto de Christina debió ser el de rogar por el alma de su difunto marido. No obstante, desde muy antiguo se interfirió en esta realidad histórica una leyenda, según la cual la infanta, aun muy niña, se perdió por aquellas montañas, hasta que días después la encontraron en el cubil de una osa que la amamanta. En memoria de tan extraordinario suceso se timbró la puerta de la villa de Cornellana, en su clave, con un relieve que representaba el portento, lo que pasó a la heráldica, ocupando su representación el escudo del monasterio.

El cenobio se puso bajo la guarda y cuidados de una comunidad de monjes. Al morir la infanta, el monasterio y sus propiedades fueron repartidos entre sus tres hijos, subdividiéndose entre los sucesores de éstos hasta recaer una de las raciones en Enderquina, nieta de Christina, ésta y su esposo, el poderoso noble Suario Vermutiz se apoderaron poco a poco de todo el antiguo patrimonio del monasterio, hecho que consiguieron en 1122, rehaciendo el cenobio bajo la regla de Cluny. En esta fecha se terminó de construir la iglesia y cuatro años más tarde se concedió coto con inmunidad para Cornellana y para sus habitantes.

Cuatrocientos años vive el Real Monasterio de San Salvador enriqueciéndose hasta la opulencia con múltiples limosnas, donaciones y mercedes, pero también con la vida sosegada de los monjes, sin más problemas que los naturales, producidos por la defensa de sus derechos jurisdiccionales. En el siglo XVI se incorporó a la obediencia del monasterio de San Benito de Valladolid.

El actual edificio presenta al exterior todo el aspecto de una construcción dieciochesca, formada por dos crujías, uana perteneciente a la iglesia y otra al monasterio, propiamente dicho. La fachada de la iglesia forma hastial y se flanquea por dos torres y sendos óculos que iluminan las naves. Esta fachada está superpuesta, enmascarando la primitiva iglesia románica, del siglo XII, es decir, la que construyeron los condes Suario y Enderquinam que en el interior se conserva, en sus estructuras originales, con leves alteraciones.

Consta de tres naves, con crucero y tres ábsides con capiteles, algunos labrados con motivos florales. En la capilla mayor, a la derecha e izquierda se abren sendos arcosolios que son, o fueron, los enterramientos de los condes fundadores. La fachada del monasterio en neoclásica de influencia barroca. Es de dos cuerpos con bello escudo carolino y en el interior, hermoso claustro.