En posguerra los fascistas pusieron nombres a las calles de los pueblos enalteciendo a los golpistas: Generalísimo Franco, Mola, Calvo Sotelo, San Jurjo, Primo de Rivera, etc. Felizmente la democracia barrió del callejero tan sangrante recuerdo, excepto en los pueblos que aún mandan los erederos de las esencias de la dictadura
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